La violencia y el conflicto en la región Caribe, específicamente en el Magdalena, es un tema con historia y recorrido, bastante largo por cierto, con múltiples factores que han contribuido a que este departamento haya tenido diferentes escenarios violentos en las últimas décadas.
El actual parece tener explicación por la presencia de los grupos criminales Los Pachenca –o como se hacen llamar Autodefensas Conquistadoras de la Sierra– y el Clan del Golfo –autodenominados Autodefensas Gaitanistas de Colombia– que se disputan el poder en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus alrededores.
Lo cierto es que la violencia se ha recrudecido de una forma horrorosa en el Magdalena y en su capital, Santa Marta.
Tres masacres en menos de quince días han estremecido a los magdalenenses que con impotencia ven cómo la inseguridad y el miedo los tiene atemorizados.
Son tres masacres que completan las 71 que se han registrado en el país en lo que va de 2023, de acuerdo con el reporte que lleva el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, y que ya dejan 227 víctimas.
El caso más reciente, y por demás más dramático y doloroso, es el registrado el martes 10 de octubre en la trocha Ayapel, en el barrio La Paz de la capital del Magdalena, donde hombres armados dispararon indiscriminadamente contra la camioneta en la que viajaban Claudia Elena Aarón Cusa, una niña de solo 10 años, junto a su padre, Luis Alberto Aarón, y su abuela materna, Piedad Peñaranda.
Claudia era la sobrina de la diputada del Magdalena y candidata a la Gobernación Claudia Patricia Aarón Viloria, y Luis Alberto, su hermano.
Según las autoridades, no existía ninguna amenaza contra ninguna de las víctimas y ofrecen 100 millones de pesos de recompensa por información que permita dar con los responsables de la masacre.
El décimo mes del año ya pintaba trágico para el Magdalena, pues el 2 de octubre se registró el asesinato de 3 personas, entre ellas una joven emprendedora, mientras departían en una cabaña ubicada en la vereda ‘Ojo del Agua’, jurisdicción de la trocha de Teyuna (Santa Marta). Hombres armados irrumpieron y dispararon contra los presentes en una fiesta privada.
Luego el 7 de este mismo mes fueron encontrados muertos tres miembros de una misma familia en una vivienda del municipio de El Banco.
En solo 10 días del mes son tres masacres que enlutan a Santa Marta y al Magdalena con un total de 9 personas asesinadas. Pero no han sido las únicas.
En lo que va del año en este departamento costeño se han producido, según Indepaz, 6 masacres con saldo de 19 personas muertas, más casos que todos los registrados en 2022, cuando se cometieron 4 masacres que dejaron 12 muertes.
No es para menos. Estas cifras tienen conmocionados a los samarios. Aunque las autoridades aún no establecen la relación entre las tres masacres ocurridas en las dos últimas semanas, está claro que el conflicto y la violencia armada no está dando tregua en un Magdalena que parece sin Dios y sin ley, al punto de tener que llorar el vil asesinato de una niña inocente. En este territorio hacen presencia dos grupos armados que se dicen estar incursos en el proceso de paz total que pretende el Gobierno, pero cuya voluntad no se hace evidente porque se habla de enfrentamientos permanentes por el control de la Sierra Nevada y sus alrededores.
¿Quién pone orden en el Magdalena y Santa Marta? ¿Por qué las masacres? El miedo y la zozobra no pueden ser la constante para los habitantes de la Perla de América. Suficientes problemas administrativos tiene un departamento con tanta riqueza natural, ecológica e histórica, y ahora tiene que cargar con la cruz de una violencia sin freno que ya contabiliza, según cifras de Medicina Legal, 150 muertes por homicidios.
Bien advierte el líder social exiliado Lerber Dimas que “hoy solo hay rabia e impotencia, porque muchos de estos crímenes pudieron evitarse. Dirán que también tendrán la solución definitiva, cuando la seguridad ha sido un tema menor”.
La seguridad no puede ser un tema menor para ningún territorio. Es el tema de mayor preocupación hoy en toda Colombia. Es una prioridad.