Con más de 3.500 muertes en lo que va de 2023 y 4.600 que dejó 2022, una crisis carcelaria que desborda al sistema penitenciario y una reciente racha de asesinatos de líderes políticos, Ecuador se decantó este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales por un giro sustancial en su voto frente a la política tradicional y los candidatos de “vieja guardia”, seguramente con la esperanza de un cambio palpable para un país de 18 millones de habitantes que en los últimos años ha visto resquebrajarse sus instituciones y el rompimiento de sus fronteras “seguras” para dar ingreso a las mafias internacionales y el crimen organizado.
Por un lado, la figura de Luisa González, que si bien proviene del ala dura del Correísmo, su sola presencia en la contienda es un hito para el país, que por primera vez ve a una mujer llegar a la segunda vuelta presidencial y perfilarse para dirigir un espacio político tradicionalmente liderado por hombres.
En su caso, el “voto duro” será el que deberá canalizar de aquí al 15 de octubre, cuando se celebren los comicios, pues su contendor, el empresario Daniel Noboa, al parecer está atrayendo el apoyo de los otros candidatos que lograron segundo y tercer puesto en las urnas.
Con 35 años, el ascenso de Noboa es también un hecho sin precedentes en Ecuador, pero además se puede interpretar como un verdadero hartazgo de aquellas alianzas políticas que siempre han gobernado el país y la búsqueda de una visión menos polarizada y con nuevas ideas para solucionar los problemas de raíz que aquejan a los ciudadanos. Su perfil, cercano al sector bananero y la administración pública, no es del todo desconocido para la gente, pues su padre, el magnate Álvaro Noboa, fue cinco veces candidato a la presidencia y es dueño de varias empresas del país.
Para muchos analistas, los resultados del domingo se deben en buena parte al debate de candidatos que se realizó el pasado 13 de agosto, apenas unos días después del asesinato de Fernando Villavicencio, quien tuvo su puesto vacío en el recinto.
Allí, mientras Luisa González, Jan Topic, Yaku Pérez, Bolívar Armijos, Xavier Herbas y Otto Sonnenholzner utilizaron su tiempo para detonar lo que hizo mal el otro, Noboa, con talante sereno y portando un simbólico chaleco antibalas, se dedicó a hablar de sus propuestas de gobierno, lo que capturó la atención de los televidentes y lo catapultó en un meteórico ascenso: del séptimo puesto en los resultados de las últimas encuestas, a segundo puesto en las urnas.
Ahora, con 3.170.000 y 2.240.000 votos respec tivamente, t anto G onz ález (33,31 %) como Noboa (23,66 %) deberán enfrentar otros retos inaplazables para el país, como lo es la clamada generación de empleo para jóvenes, teniendo en cuenta que ese fue uno de los “talones de Aquiles” del presidente Guillermo Lasso; la dinamización de la economía buscando mayor inversión extranjera y privada en el país, y una creciente cifra de pobreza que supera el 20 % en las ciudades y el doble en las zonas rurales.
Así mismo, tendrán que gobernar con una reconfiguración del parlamento en el que las corrientes de izquierda y derecha, tras las elecciones, se atomizan con 39 % de votos para Revolución Ciudadana, un (20 %) para el Movimiento Construye, logrado con el llamado “voto pésame” para Zurita, y un (14 %) para el ADN de Noboa.
Además, deberán enfrentar lo que se viene tras los dos plebiscitos que también se votaron en las elecciones del domingo, en los que se le consultó a la ciudadanía si vedaba la explotación petrolera en los campos ITT (Ishpingo, Tambococha y Tiputini) que hacen parte del Bloque 43, en el parque nacional Yasuní, del noreste amazónico, y si autorizaba la explotación minera en el Chocó Andino, un área protegida de 250 000 hectáreas en la provincia de Pichincha, al noroeste de Quito. Para ambos casos, el país votó a favor de la conservación.
Así las cosas, en la enrevesada recta final los dos candidatos deberán acelerar sus estrategias para acaparar la mayor parte de apoyos necesarios y así llegar al Palacio de Carondelet. Con ello, los ecuatorianos podrán elegir entre González y su promesa de “recuperar la patria”, y Noboa y su propuesta de un “nuevo Ecuador”.