Los hitos se celebran y este no es la excepción. Atlántico se convirtió en el primer departamento de Colombia en alcanzar el 30 % de participación femenina en juntas directivas. Trascendental. Porque nunca antes en el país se había logrado un avance tan significativo para consolidar la igualdad de género empresarial, de acuerdo con el más reciente informe del Centro de Estudios en Gobierno Corporativo del Cesa. Es un hecho que el tejido empresarial del departamento ha venido dando pasos certeros para acercarse al deseable 50 % que reconozca la presencia de mujeres en presidencias, direcciones o instancias ejecutivas por sus méritos, capacidades y talentos, y no porque sean una cuota obligada o impuesta en estas entidades privadas que enhorabuena han demostrado ser capaces de gestionar tanto la equidad como la diversidad.
Sin duda queda mucho por mejorar, pero los datos que revelamos hace unos días en EL HERALDO son rotundos para comprobar cómo, de manera progresiva, se garantizan cada vez más oportunidades reales para las mujeres atlanticenses que han demostrado con creces su valía en el exigente sector empresarial. En 2022, las juntas directivas de las seis empresas del departamento con presencia en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) se encontraban integradas por 12 mujeres (33,3 %) y 24 hombres (66,7 %), para un total de 36 miembros. Un año atrás, en 2021, sólo existían cuatro emisores de valores, con siete mujeres en sus juntas, equivalente a un 26,9 % de participación. Esta creciente presencia femenina en empresas, industrias o gremios privados va rumbo a convertirse en un fenómeno de reivindicación social imparable que afianza el liderazgo empático de las mujeres, mientras redefine el éxito de las organizaciones.
Vale insistir en que este es un camino recorrido que ya no tiene vuelta atrás. Aún más, cuando existen experiencias tan relevantes como las de tres compañías atlanticenses con proyección internacional que dan lecciones de equidad de género: Surtidora de Gas del Caribe –Surtigas– que logró una participación femenina del 44,4 % en su junta directiva; Promigas, del 42,9 %, y Ultracem, del 40 %. Su presencia ratifica que la igualdad efectiva no se negocia ni es una cuestión de ideologías, sino una realidad sustentada en derechos humanos fundamentales, los mismos que compartimos mujeres y hombres. Adelantos como estos deben inspirar al sector privado, también al público, para que redoblen sus esfuerzos en el diseño y ejecución de políticas de paridad que sirvan para romper el techo de cristal, reducir las brechas salariales y erradicar la violencia de género, así como la feminización de la pobreza. Ese es el verdadero cambio social.
Nuestras mujeres directivas en el Atlántico, lideresas que con gran esfuerzo han señalado el derrotero a seguir, abierto puertas, marcado factores diferenciales o alcanzado metas impensables en el pasado, tienen ahora el enorme reto de impulsar la inclusión de las actuales y nuevas generaciones de profesionales, sus sucesoras, para que la causa feminista no deje de cosechar logros en Barranquilla y los municipios. No podemos sentarnos a esperar de brazos cruzados a que pasen 300 años, como estima Naciones Unidas con el ritmo de las políticas públicas vigentes, para que se obtenga la anhelada igualdad entre géneros. El ámbito empresarial tiene que capitanear el relevo de posiciones en cargos decisorios para asegurar nuevos espacios a las mujeres, sin darwinismo ni machismo. Tampoco exigiéndoles a las mujeres que asuman roles de superwoman o actúen bajo imposiciones de masculinidades, que nos resultan imposibles e insufribles. Necesitamos en el Atlántico a más mujeres en las cúpulas de las compañías, aportando propuestas de valor a sus equipos, haciéndolas más productivas y rentables. Por supuesto que hará falta acompañar a nuestras niñas y jóvenes en su formación académica y universitaria, para que lleguen a ser unas líderes empoderadas, dispuestas y convencidas de que su género no es ningún obstáculo para demostrar sus capacidades y, sobre todo, su gran valía.