Para quienes tenemos la posibilidad de contar con un plato de comida tres veces al día viviendo en las zonas urbanas probablemente no alcanzamos a dimensionar las dificultades que implican para muchas familias colombianas contar con ese privilegio.
Las cifras del más reciente informe sobre inseguridad alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU evidencian que en el país el 30 % de los hogares están bajo esa condición.
Para el PMA, un hogar está en inseguridad alimentaria cuando no logra tener acceso a la comida de manera satisfactoria y tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas, por lo que tiene que recurrir a estrategias de consumo insostenibles y enfrentar condiciones de escasez de alimentos, hambre y malnutrición.
En dicho informe, realizado entre octubre y noviembre del año pasado en 29 departamentos y 118 municipios, se reporta que Barranquilla es, entre las capitales del país, la que tiene un menor número de hogares en inseguridad alimentaria, con el 25 % (327.964). Por encima están Bogotá (1.495.504), Medellín (642.582), Cali (491.548) y Cartagena (420.913).
Hace un año en la capital del Atlántico, de acuerdo con el PMA, menos del 27 % de la población consumía tres comidas diarias, hoy lo hace el 75 % de los barranquilleros.
¿Cómo se ha logrado en la ciudad este indicador? Además de la disminución del desempleo y de la pobreza extrema, que revelan las cifras del Dane, el Distrito también ha venido implementando de manera sostenible una oferta de programas para atender a la población vulnerable con suministro de alimentos a través de proyectos que se trabajan con estudiantes, niños, primera infancia, adultos mayores, habitantes de calle y migrantes.
Dentro de las estrategias que se implementan está BAQ Cultiva, un programa de patios productivos que por ahora beneficia a 192 hogares en 11 barrios de la ciudad. Una experiencia que ojalá se replique de manera masiva, pues evidentemente es un mecanismo muy valioso para la economía de las familias barranquilleras, especialmente las de más bajos ingresos, a quienes comprar sus alimentos se les ha vuelto una misión imposible por los elevados costos de la canasta familiar.
La inflación, que acabó de publicar ayer el Dane, da cuenta de que la de febrero fue la más alta del siglo al llegar al 13,28 % –la más elevada fue la de marzo de 1999 con 13,51 %–. Y aunque se muestra una disminución de los alimentos, el elevado costo de vida sigue restándole posibilidades a muchas familias de poder contar con tres platos de comida al día.
Es por eso que vale la pena resaltar que los programas del Distrito como el de huertas caseras y el Programa de Alimentación Escolar (PAE) cobijen a más de 200 mil personas hoy.
Con iniciativas como estas se consiguen los resultados que evidencia el informe de la ONU. Debe ser tarea prioritaria de los gobiernos nacional, departamentales y municipales, a todo nivel, desarrollar los mecanismos necesarios para que cada vez más familias puedan tener la oportunidad disminuir los riesgos que no les permitan contar con desayuno, almuerzo y cena.
No es una tarea menor. Es una prioritaria que le presenta muchos desafíos a las administraciones públicas. Pues a ello se suma procurar que además de alimentarse en primera instancia, después los hogares también tengan la posibilidad de aprender a comer saludablemente para prevenir enfermedades. No en vano la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) promueve la agricultura urbana y periurbana, partiendo de la base que el 55 % de la población mundial vive en estas zonas y que este tipo de actividades “contribuyen a la seguridad alimentaria de las familias, al empleo y los medios de vida de la población con menos ingresos”.
Barranquilla ha avanzado en seguridad alimentaria con reactivación económica y programas de apoyo. Ojalá mejoren las circunstancias sociales y económicas del país para que más hogares puedan nicrementar su acceso a comida y sus ingresos.