Al revisar los diagnósticos contenidos en el Plan de Desarrollo del Atlántico 2020-2023 y los indicadores del Dane en materia agropecuaria es evidente el rezago del departamento en cuanto al sector.
Pese a contar con un porcentaje del 69,2 % de sus tierras con vocación agrícola, solo se venía utilizando el 8,2 %. Entre otras razones, se expone, por la débil infraestructura de distritos de riego con que cuenta este pequeño territorio nuestro que comprende 3.388 km2.
Aun cuando el Atlántico tiene 18 cuerpos de agua permanentes y uno adicional que aparece en época de lluvias, solo están en funcionamiento dos distritos de riego –los de Repelón y Santa Lucía – y el de drenaje de Manatí-Candelaria, que han sido puestos a tope en la administración de la gobernadora Elsa Noguera en busca de incrementar la vocación agrícola del departamento.
Pero a esto se suma toda una estrategia involucrada en el segundo de los cuatro ejes que integran este plan llamado ‘Atlántico para la gente’, que entre otras acciones que se vienen desarrollando contempla programas como ‘Semillas de Vida’, entrega de silos, siembra de alevinos, diversificación de cultivos con el sector privado, modernización de maquinarias y recuperación de vías terciarias para facilitar la salida de los productos y cosechas.
Sin embargo, se requiere mucho más que un periodo de gobierno para que el departamento pueda priorizar el desarrollo de su sector agropecuario e impulsar su participación en la riqueza que produce este territorio rezagado en la materia.
Tres décadas atrás el Atlántico aportaba el 1,4 % al producto interno bruto (PIB) del país en el sector de agricultura, ganadería, silvicultura y pesca. A 2021 apenas el 0,6 % (igualado con La Guajira y dos puntos por debajo de Chocó y Caquetá, con 0,8 %)
En el valor agregado según actividad económica, este mismo sector le aportaba al PIB departamental, en 1980, el 4,9 %. En 2021, la participación fue del 1,1 %.
Apoyado en el concepto de expertos, EL HERALDO analiza en la edición de hoy el potencial por desarrollar de nuestro departamento. Coinciden en que hay desafíos importantes para superar como las inundaciones que producen los desbordamientos del Canal del Dique, el deterioro de los suelos y la salinidad que se ha detectado en las aguas del Embalse del Guájaro y la ausencia de políticas públicas de largo plazo.
En buena hora la gobernadora Noguera trazó en el plan de desarrollo el componente agroindustrial como uno de los motores de desarrollo del Atlántico, pero como está más que diagnosticado se requerirá una política de largo aliento que busque, entre otros propósitos, apoyarse en nuevas tecnologías y en la formación técnica de los jóvenes del sector rural del departamento para incentivar que se queden en sus municipios y contribuyan a fortalecer la actividad agrícola. Tenemos ministra de Agricultura que se siente barranquillera y que ha dicho que el Caribe estará en la agenda agraria de este gobierno. Esperemos que haya muchísimo apoyo para continuar privilegiando el agro atlanticense y que incremente su aporte al PIB nacional.