Las ‘Semillas de Vida’ florecen en los municipios del Atlántico. Miles de girasoles oleicos se han convertido en el principal atractivo turístico de los habitantes del departamento, incluso de otros territorios del Caribe, que han acudido masivamente a los campos de Pendales, en Luruaco, y Pital de Megua, en Baranoa, a visitar los cultivos de estas plantas consideradas por los agrónomos como medicina para la tierra. Y sin duda, luego de conocer los resultados obtenidos durante las dos primeras experiencias, también deben empezar a ser valoradas como una ‘cura económica’ capaz de generar ingresos inmediatos para los agricultores y de cambiar la vida de estas familias en el mediano plazo. Las señales son realmente esperanzadoras.

La ‘Ruta del Girasol’ es una apuesta segura, bien diseñada y ejecutada por la Gobernación del Atlántico para impulsar la recuperación económica del agro en el departamento. La inclusión del componente turístico le dio una nueva dimensión al proyecto que arrancó como una iniciativa para respaldar a los pequeños productores con la entrega de semillas certificadas, asistencia técnica, financiación y acompañamiento en sus cosechas, como ocurrió en 2020, cuando se beneficiaron 2.250 campesinos que sembraron igual número de hectáreas con otros productos. La inversión por $2 mil millones fue exitosa y generó ingresos por $9 mil millones. Resultados tangibles que catapultaron las metas para 2021 a niveles más ambiciosos.

Para seguir robusteciendo la capacidad productiva de los pequeños campesinos, este año se están invirtiendo $3 mil millones con los que se buscan impactar a 3.250 trabajadores del campo que diversificaron sus cultivos en un claro voto de confianza a la estrategia de la Gobernación. 50 de ellos están explorando con los girasoles. En el programa piloto se sembraron tres campos en corregimientos de Luruaco, Baranoa y Malambo, con media hectárea cada uno. 45 días después florecieron las primeras plantas en Pendales, un espectáculo rebosante de optimismo apenas visto en las áridas tierras del departamento. Tras la visita de miles de personas durante su floración, de escasas dos semanas, la vocación agroturística del proyecto quedó asegurada. La siguiente parada en Pital de Megua, en las dos últimas semanas de julio, reconfirmó el éxito del plan que tendrá su siguiente estación en Malambo, del 14 al 28 de agosto.

El ritmo de la reactivación de la ‘Ruta del Girasol’ también favoreció a otros habitantes de los municipios florecidos. Los amantes de su tradición gastronómica se dieron literalmente un banquetazo en sus restaurantes, los artesanos ofrecieron sus productos y hasta a los músicos les sonó la flauta. Un círculo virtuoso de recuperación económica, pero también social, que contribuye a paliar los desastrosos efectos de la pandemia.

Extasiados con la sobrecogedora belleza de esta planta sanadora que mira al sol, los visitantes vuelven a casa con imágenes para el recuerdo. Luego de quince días de esplendor, las flores se marchitan, pero en ese momento comienza una nueva fase productiva en la que se puede utilizar la semilla como alimento para el consumo humano o animal y para la fabricación de aceite de girasol. Además, los campos se pueden resembrar y como su ciclo es corto, entre 10 a 16 semanas, se puede volver a obtener una cosecha. Un ‘gana gana’ por donde se mire.

Es una gran noticia que el agroturismo despegue en el Atlántico gracias al respaldo de miles de personas que dirigen su mirada al campo. Estrechar el vínculo entre lo urbano y lo rural es el nuevo desafío de la Gobernación, que propone formar a los campesinos como guías turísticos para fortalecer esta actividad. Es un buen comienzo. Hacerlo permanente también es un reto pendiente para ofrecer nuevas opciones laborales, en particular a los jóvenes de estas zonas para que no emigren de su tierra. Cada crisis trae oportunidades y la reactivación del sector agrícola puede marcar el inicio del reverdecer del campo, una de las zonas más vulnerables del Atlántico que merece florecer como los girasoles que hoy la adornan.