El proceso migratorio de los cangrejos azules se ha visto interrumpido por el separador ubicado en la carretera que conecta al barrio Las Flores con La Playa, denominada Circunvalar de la Prosperidad, en la prolongación de la Vía 40. Ese es uno de los tramos que colinda con la Ciénaga de Mallorquín, hábitat natural de los crustáceos que por esta época se movilizan, de manera especial las hembras cuando están ovadas y buscan contacto con la salinidad del mar para hacer eclosión y luego entrar en el desove, un ciclo natural de reproducción de la vida animal.

La nueva vía es un considerable avance en materia de movilidad en el Atlántico. Servirá para darle mayor posibilidad a los usuarios de arribar con facilidad a diferentes puntos del departamento, pero por razones de su estructura, particularmente por el muro que sirve de separador de las dos calzadas, interrumpe el ciclo natural de los cangrejos al intentar llegar a su destino natural y terminan bajo las llantas de los vehículos que habitualmente transitan por el lugar. En los dos kilómetros de recorrido del sector se pueden contar 18 orificios en el muro de marras, lo cual indica que no está pensada para preservar la especie.

Quienes transitan a diario por la Circunvalar de la Prosperidad, o son vecinos del sector, consideran que se está cometiendo un “crimen ecológico” al que las autoridades ambientales deberían prestarle rigurosa atención. Desde la construcción de la vía y la ubicación del separador, miles de crustáceos han muerto aplastados sin poder llegar a su destino y darle rienda suela a la maternidad, en el caso de las hembras.

El espectáculo de las caminatas de casi dos kilómetros que hace estos simpáticos animalitos de cinco pares de patas se da entre agosto y diciembre, pero es es en septiembre y octubre cuando las realizan de forma masiva. Ellos cumplen tareas importantes para la naturaleza como oxigenar el suelo del ecosistema, dado que los manglares están en un suelo pobre en oxígeno. Y en esta época se acrecienta la movilidad de los cangrejos azules por la temporada de lluvias. En esta época salen en grandes cantidades como una forma de sobrevivencia.

Es claro que las ciudades necesitan mejor movilidad e infraestructura, pero los proyectos deben realizarse adaptándose a los ecosistemas porque existen diseños arquitectónicos que han demostrado ser funcionales y con mínima afectación al medio natural, han dicho los expertos.

Y es sabido que, ante las alertas por la muerte constante de los crustáceos, la Concesión Costera, encargada de construir la vía, adoptó los ecoductos, unas aberturas a lo largo de los separadores para darle tránsito a los cangrejos, pero por lo visto esta medida no es suficiente para mantener la vida de estos animales vitales en el ciclo del ecosistema. Por esta razón la Procuraduría Ambiental anunció vigilancia especial a este caso, pues lo que está en juego es la supervivencia de una especie clave para el equilibrio del ecosistema en Mallorquín.