Tras cuatro intensas y emotivas jornadas en Colombia, el papa Francisco concluye hoy su periplo evangelizador en Cartagena, que se ha preparado con esmero para la histórica visita.
El Sumo Pontífice ha dedicado hasta ahora el grueso de sus intervenciones a promover la paz y la reconciliación. Sus mensajes han sido, sin duda, un balón de oxígeno para el presidente Santos en un momento en que el acuerdo de paz con las Farc y las negociaciones con el Eln se enfrentan a serios desafíos. Retos que se complicarán aún más cuando empiece en firme la contienda electoral y la paz vuelva a la primera línea del debate político.
De acuerdo con informaciones previas a la visita del Papa, este incluyó a Cartagena en su gira para hablar de derechos humanos y de pobreza y exclusión social. Su mensaje girará en torno a la figura de San Pedro Claver, misionero español, jesuita como el papa Francisco, que en el siglo XVII se convirtió en el gran defensor de los esclavos negros que eran conducidos a la fuerza al puerto negrero de Cartagena.
El Sumo Pontífice tendrá, pues, en la Heroica el escenario propicio para abordar uno de los grandes temas, si no el mayor, a los que quedará enfrentada Colombia en el caso de que se consolide el proceso de paz y la violencia armada deje de ocupar el centro de la atención informativa.
Según datos de las organizaciones internacionales más influyentes, Colombia es uno de los países con más desigualdad económica y social del mundo. Y, entre las grandes urbes del país, la capital bolivarense suele aparecer como una de las más azotadas por la pobreza y la inequidad.
La Cartagena que recibe hoy al Papa es una ciudad que se debate entre la creciente pujanza industrial y turística y la miseria de las barriadas populosas, en su mayoría de población afrodescendiente, a las que no llega la riqueza por la sencilla razón de que se queda en manos de unos pocos.
En una reciente Tertulia de EL HERALDO celebrada en Cartagena, importantes empresarios de la ciudad compartieron la preocupación por los elevados niveles de desigualdad. Estos desequilibrios lacerantes existen en todo el país, pero en el caso de Cartagena quizá golpeen con más fuerza las conciencias por tratarse de una ciudad que los colombianos reivindicamos con orgullo como una ‘joya’ patrimonial de todos.
Esperamos que, en sus intervenciones de hoy, Francisco logre convencernos a todos los colombianos, con los líderes políticos y empresariales a la cabeza, de que el reparto justo de la riqueza y el respeto a los derechos humanos son pilares imprescindibles para construir un mejor país.