Y aquí estamos otra vez esperando las doce campanadas para recibir el nuevo año y contando las horas de despedida de este 2024 bisiesto.
Cuando suena la música de “año nuevo, vida nueva” hay quienes la cambian por “año nuevo, deudas viejas”. No obstante, nada impide que el ser humano haga propósitos en pos de mejorar el curso de su vida.
A la media noche hay llantos de felicidad, de recuerdos y tristezas. En medio de los abrazos aparecen las cábalas como salir con una maleta a dar la vuelta a la manzana para “viajar mucho” durante los 365 días que se vienen o comer las 12 uvas y en cada una de ella pedir un deseo, algo muy español.
Mientras suena la canción del maestro Billo Frómeta, tocada por su orquesta Billo’s Caracas Boys y cantada por Cheo García, el año que se va es analizado a las volandas en un instante para la eternidad.
Bueno, regular o no tan bueno, la despedida del año viejo y el recibiendo al año nuevo, es como la chispa para seguir la vida con promesas personales que se desvanecerán después o se realizarán si le ponemos ganas.
La media noche del año viejo es un punto de inflexión para los festejos llenos de afecto, para las reconciliaciones de cosas que dolieron, para la cimentación del buen curso de la vida y para la corrección de aquellas vidas que lo necesitan.
Irremediablemente el recuerdo de los abuelos, de los padres, de familiares y amigos aparecen. Aquellos que cumplieron su propósito en esta vida y viajaron a ese espacio insondable que es la eternidad.
Las 12 de la noche del 31 de diciembre que se despide y el 1 de enero que llega, es el punto de encuentro de cada vida con los seres que la rodean o la han rodeado en el pasado. Es un segundo que nos toca el corazón, que nos ablanda el sentimiento, y que nos recuerda que el año terminó, pero la vida sigue.
Con viento a favor o en contra, la vida es un baile que hay que aprender a bailar y bailarlo todos los días, así se te hinchen los pies…
¡Feliz año, que venga la 11ª estrella del Junior!
Diciembre 31, 2024