Y aquí estamos, otra vez, con el Junior camino a otra estrella en diciembre. Su primer rival será Medellín, el primer clasificado del grupo de los ocho. Pero a partir de ahora es game over, borrón y cuenta nueva.
El fútbol produce un carrusel de emociones que te lleva de la alegría a la tristeza, de la tristeza al éxtasis, del éxtasis a la decepción, de la decepción a las lágrimas y otra vez a la alegría. O sea, te pasea, en 90 minutos, por todos los sentimientos que los seres humanos experimentamos.
Este equipo no sólo es el pan nuestro de cada día sino el almuerzo y la cena.
No es que uno no espere la muerte, sino que nos ha tocado la ausencia, casi que simultánea, de personas con las que vivimos situaciones de vida. Y a mí, particularmente, me golpea muy fuerte. Nunca aprendí a manejar el tema.
Épica la clasificación del Junior de Barranquilla a la postemporada de la Liga. Esta vez no tuvimos que esperar a la última fecha y el punto 31 se consiguió, en medio de un jolgorio desenfrenado como hacía ratos no se daba, con 4 fechas de anticipación.
Junior debía ganar y lo hizo. Es que con esos tres puntos necesita tres más para clasificar con anticipación. Y eso es un mérito incuestionable…
En el deporte hay carreras como de autos, ciclas, caballos, natación, patinaje. No hay carreras de fútbol. El fútbol de carreras no existe.
El ser humano es libre de tomar sus propias decisiones, pero después debe asumir sus consecuencias. Esto lo digo porque no era Paiva el que debía patear el penalti contra Medellín sino Báez.
Se fue un GRANDE del periodismo, de la docencia, de la dirigencia y de la decencia. Todo esto contenía Jorge Humberto Klee en la excelente persona que fue. Profesor, decano, periodista, narrador deportivo y amigo.
¿Ven ustedes, los jugadores, los partidos en repetición? Y si los ven que sienten ¿felicidad o vergüenza o les importa un carajo? ¿Dónde se han mostrado más últimamente, en la cancha o en las redes sociales haciendo alarde de vanidad?