Según Naciones Unidas, mientras estoy escribiendo ésta columna, hay más de dos millones y fácilmente se podrían convertir en los próximos días en cinco millones de refugiados, huyendo de la guerra en Ucrania debido a su confrontación con Rusia. Mujeres y niños en retirada con pánico abandonan sus hogares y su patria. Con lágrimas en sus rostros inundados de incertidumbre, todos, seres humanos ajenos al conflicto; y lo peor, gente inocente que no entiende porque suceden los hechos atroces de una confrontación bélica, que está adquiriendo dimensiones inesperadas.
Población Humana y Guerras, es el título de uno de mis escritos en: Al Viento y Al Azar. Allí afirmo, entre otras cosas: “Y solamente si echamos una mirada a los años que tenemos detrás de las espaldas, será posible cuantificar el número de muertos que estás guerras dejaron bajo las lápidas, en el fondo de los mares o consumidos por el fuego y olvidados en las fosas comunes, en lugares extraños y que hicieron descender dramáticamente la población humana en el mundo”. ¿Será que vuelven entonces las guerras, como las pandemias que juntas traducen, impotencia, muerte y desolación?
La ambición del ser humano y la demostración de poder, rompe todas las barreras y sobre pasa los respetos elementales de la vida humana. Líderes del mundo de hoy y hablo de la gran mayoría de las potencias, no ven más allá del sueño de querer adueñarse del planeta, desafiando al que se cruce sin que les importe las consecuencias, son también enfermos de locura bélica, cargados de igual manera de resentimientos del pasado que pertenecen ya a capítulos de tristes historias que la humanidad no quisiera recordar y que entre todos deberíamos olvidar para siempre.
Retomo palabras de John F. Kennedy, a quien le correspondió la decisión de detonar la tercera guerra mundial en los años 60´S “El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, ésta establecerá un fin para la humanidad.” En los principios bíblicos reza que llegará el fin de los tiempos como consecuencia de la enfermedad llamada “Una sociedad en descomposición” Winston Churchill afirmó: “La guerra es una invención de la mente humana y la mente humana también puede inventar la Paz” Un mensaje en donde a pesar de todo lo que podamos ver debemos mantener la esperanza, en donde es posible la llegada de la paz y el fin de los fusiles.
Pero hoy, los llamados avances tecnológicos de la comunicación moderna, las redes sociales y demás, nos están regalando en las últimas semanas puñaladas en el corazón al transmitirnos imágenes del sufrimiento en regiones muy apartadas de aquí, pero que se ven como si sucedieran frente a nuestros ojos. Bombardeos que no paran atentando sobre la sociedad civil indefensa en Ucrania.
Cuando comenzábamos nuevamente a respirar, a sentir un alivio al conocer el descenso de la pandemia de la covid-19 surge la guerra con fuerza y rabia que destroza el alma. La soberbia y el armamento que nos quita el sueño y que nos pone contra la pared.
¡Amén por las víctimas de una población sin otra salida más que la huida… y que todo quede en manos de Dios!