El debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el presidente Joe Biden y el expresidente Donald J. Trump, pone sobre la mesa varias reflexiones que van desde la necesidad de un relevo generacional en la política, el uso de las mentiras como argumentos y el papel de los moderadores del debate de CNN en un escenario tan complejo como el que se está viviendo frente a una de las elecciones más importantes para el mundo. Empezando por la edad, que es uno de los temas más discutidos, Trump, con 78, y Biden, con 81, habría que decir que, aunque a Biden se le notan más los años, ya que titubea al hablar y responde a veces erráticamente a las preguntas que se le plantean, ambos candidatos tienen un problema de edad que, infortunadamente para Estados Unidos, no se compensa con la madurez que traen los años. El tema de la edad no es nuevo para Estados Unidos; en un debate de 1984, también en CNN, se le preguntó a Reagan sobre su edad, un tema que también se discutía en su momento. Reagan respondió jocosamente diciendo que no iba a usar para fines políticos la inexperiencia y juventud de su contendor político.

Según varios analistas, después del debate, se planteó que los demócratas habían entrado en pánico después de ver los titubeos de Biden y algunas de sus salidas en falso durante el debate. Sin embargo, cualquiera podría decir que los republicanos, por lo menos los más moderados, también tendrían que haberse cuestionado que el liderazgo de su partido esté en manos de un hombre que, más allá de ser mentiroso, tiene sobre sus hombros una condena judicial y múltiples acusaciones. Ahora, la realidad es que Trump aprovechó este espacio, en el que su contendor no le respondió con la vehemencia que cualquiera esperaría, para seguir proliferando toda una serie de mentiras e inconsistencias. Aunque las ideas y la línea de Biden fueran más lógicas frente a los valores de Estados Unidos, las dificultades que tuvo para expresarlas le dieron una ventaja competitiva a Trump.

Cuando dicen que Trump ganó el debate con tal nivel de convicción, la pregunta esencial sería si ganó el debate porque Biden no dio la talla para desmentir cada una de las cosas que decía o si ganó el debate porque la gente está de acuerdo con sus ideas y con el modelo que plantea frente a temas esenciales como la política exterior de Estados Unidos, su desdén por la OTAN y su desprecio por sus aliados de Occidente. Finalmente, merece la pena reflexionar sobre el papel de los moderadores del debate, quienes tuvieron la oportunidad -a juicio de muchos, el deber- de desmentir aquellos hechos o datos que no correspondían a la realidad y que dejaron pasar sin ninguna reserva. Entre la edad, la polarización y la mentira, los estadounidenses esperan con incertidumbre que sus partidos tradicionales retomen el liderazgo y tomen las medidas para revertir lo que parece una inminente crisis democrática.

@tatidangond