Una política de liderazgo infantil y de irrespeto está llevando a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Argentina, países que, más allá de los rifirrafes entre sus mandatarios, no tienen verdaderas razones de fondo para entrar en una crisis diplomática. Nadie esperaría que, en un mundo donde la diplomacia es el centro de las relaciones internacionales, un presidente tildara a otro de “asesino” y de “terrorista” en un medio de comunicación. Si bien la relación entre Gustavo Petro y Javier Milei venía en caída libre, estas últimas declaraciones del mandatario argentino han superado los límites del mínimo respeto que rigen las relaciones entre jefes de Estado y de gobierno de otro país. Milei también tildó de “ignorante” al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y al ser cuestionado por los calificativos con los que trató a los presidentes sostiene que son una respuesta a la forma en la que lo han tratado estos presidentes.

Por supuesto, ni Petro ni Milei son inocentes, pues ambos se han referido de forma despectiva el uno al otro. Ahora, el tono se ha ido escalando entre los dos mandatarios, quienes no entienden que, más allá de sus diferencias políticas, sus intervenciones públicas y sus decisiones no están para defender su ego en detrimento de las relaciones con otro país, sino para fortalecer las relaciones más allá de la línea política de la contraparte. A ambos les hizo falta una clase de diplomacia y, sobre todo, de comprensión de lo que implica respetar la soberanía de los Estados. Pues, si en Argentina el pueblo decidió escoger a un presidente como Milei, Gustavo Petro tiene que respetar esa decisión sin entrar a dar sus opiniones políticas, ya que no es el activista de izquierda, sino el presidente y el máximo representante de las relaciones del Estado colombiano. Recordemos que, en medio de las elecciones en Argentina, Petro dijo que escoger a Milei regresaría a Latinoamérica a las épocas de Pinochet y Videla.

En esa misma línea, está claro que la popularidad de Milei, más allá de su discurso libertario, ha estado centrada en sus críticas a la izquierda latinoamericana, en un estilo que raya con el irrespeto a las libertades políticas. En una entrevista en RCN, dijo que un socialista es una basura y excremento humano.

Visto lo visto, parece que el liderazgo latinoamericano está hundido en una crisis de irrespeto, de falta de mesura y de desconocimiento de las libertades y decisiones políticas de los países. Esperemos que surjan nuevas voces que logren aliviar y mediar en esta nueva crisis diplomática y que ambos mandatarios aprendan a respetarse entre sí y a respetar la investidura que llevan durante sus presidencias. La América Latina de hoy, más que presidentes y gobiernos populistas, lo que necesita son estadistas.