El gobierno ha decidido ignorar la experiencia que ha ganado el Estado colombiano en materia de negociación con grupos armados, muestra de ello es el tropezado proceso de paz con el ELN, que, lejos de avanzar, se está convirtiendo en una pesadilla para la vida, la integridad y la seguridad de los colombianos.
Desde expertos en negociación hasta la opinión pública, le han pedido al gobierno que asuma un cambio en la forma improvisada en la que se están llevando a cabo las negociaciones con el ELN, grupo que ha mostrado desde el inicio de los diálogos que no tiene la menor intención de suspender sus actividades ilícitas y sus ataques contra la Fuerza Pública y la población civil.
Que el Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, crea que el reconocimiento de responsabilidad por parte del ELN frente al atentado en Tibú es un avance frente a la impunidad, más que una distorsión de la realidad, es la muestra de la falta de vehemencia con la que debería responder un gobierno ante este tipo de atentados terroristas ejecutados por un grupo que supuestamente quiere negociar la paz. El ELN, convenientemente para ellos, se está enfrentando a negociadores que tratan de separar lo que este grupo sigue haciendo en el país frente a lo que se está negociando. Sin embargo, esta negociación no llegará a un "feliz" término si, para seguir negociando, se sigue debilitando el ya endeble Estado de derecho que tenemos, y con ello, la posibilidad de que las personas puedan vivir sin el miedo a la violencia perpetrada por el ELN en los territorios.
Es evidente que un proceso de paz se hace precisamente para acabar con estos hechos atroces, pero para llegar a ello no se puede ser condescendiente con un grupo que ha aumentado sus ataques y actividades sin que el gobierno responda con la fuerza militar que lo amerita. El gobierno tiene la posibilidad de replantear el papel de la Fuerza Pública, pues si quiere seguir adelante con este proceso, a pesar de la insolencia con la que el ELN sigue operando, deberá garantizar la seguridad en los territorios y fortalecerse de cara a este grupo armado y demás bandas criminales a las que quiere integrar en un proceso de sometimiento a la justicia.
Los verdaderos opositores de la paz son aquellos que no reconocen que es necesario reconocer los logros y los errores de negociaciones anteriores. El gobierno debe tener en cuenta la historia de Colombia para entender los riesgos que supone para un país retroceder en materia de seguridad para darle cabida a un proceso cuyo éxito no está garantizado.
@tatidangond