Hoy el país se juega una parte importante de su futuro en medio de unas elecciones que se dan en un contexto enrarecido por la incertidumbre global y nacional, con una inmensa especulación y en medio de campañas populistas de diferentes vertientes políticas.

Aunque las elecciones al Congreso siempre se toman parcialmente a la ligera, el país se enfrenta a una nueva realidad en la que el papel de los congresistas será determinante, o bien para prevenir que el próximo presidente y su gabinete tomen decisiones que sean contrarias a los interés del país, o para aprobar iniciativas que conlleven el desarrollo progresivo de nuestra nación. La imagen desfavorable que siempre ha permeado al Congreso ha sido el desincentivo social que siempre ha favorecido a las maquinarias electorales, pues al final del día terminan ocupando los espacios de toma de decisiones del país y, en muchos casos, reflejan como la política se ha convertido en un negocio lucrativo para todos menos para la democracia.

En cualquier escenario electoral, lo sano sería que haya una participación de diversos sectores y visiones del país, preferiblemente a través de liderazgos sólidos a los que se les pueda hacer exigible una digna representación ciudadana. Esta sería la única forma en la que puede haber un sistema de pesos y contrapesos en el supuesto de que el próximo gobierno pretenda adoptar decisiones inconstitucionales que atenten contra la economía o la inversión extranjera, o en otro escenario, que busque impulsar iniciativas necesarias para el país y se encuentre con una oposición avara burocrática que perpetúe el mayor obstáculo al desarrollo, esto es, de la corrupción.

La ciudadanía tiene el inmenso poder de transformar instituciones que deberían ser el fiel reflejo de la representación social, y solo puede hacerlo una vez cada cuatro años a través de su voto. El voto ciudadano que siempre ha sido subestimado por quienes anquilosados en el poder, han propagado la falsa idea de que en Colombia los ciudadanos no tienen el poder en sus manos para generar los cambios que el país con urgencia necesita.

Hay candidatos buenos al Senado y la Cámara a lo largo y ancho del país, personas que han salido a las calles a compartir sus ideas, algunos que han superado el temor de las populares maquinarias y otros, que a lo largo de los años han trabajado por el país consolidando liderazgos de peso a nivel regional y nacional. En esto debería haber una premisa muy sencilla; votamos por quienes creemos merecer como representantes de nuestra voz, comunidad e intereses.

Hoy todo el mundo hablará de los resultados de las consultas interpartidistas, pero que no se no se olvide que quien sea presidente, tendrá por Congreso al que Colombia haya elegido hoy.

@tatidangond