El tiempo no se detiene en Colombia cuando de corrupción se trata. En tal sentido no todo tiempo pasado fue mejor, pues ayer como hoy la corrupción está a la orden del día.
El presidente Julio Cesar Turbay Ayala, tristemente célebre por su “compromiso” de “reducir la corrupción a sus justas proporciones” durante su mandato, no solo fue objeto de burlas y críticas de campaña en 1978, sino que lapidariamente labró en piedra la realidad del flagelo más endémico que históricamente ha desangrado la sociedad colombiana: la Corrupción.
Se equivocó Turbay al pretender reducir la corrupción a sus justas proporciones, en tanto la corrupción como acción o efecto de corromper o corromperse debe ser eliminada de la sociedad. Es decir, no hay proporciones que justifiquen de alguna manera la corrupción, todos debemos trabajar para que la corrupción en Colombia sea cero, no exista en lo público ni en el sector privado.
También con sorna se habla de “esparcir la mermelada en la tajada de pan”, para significar la repartición equitativa, entre todos los actores de corrupción, del tan anhelado botín en que se ha convertido el presupuesto nacional.
Igualmente, en la esfera social y política nacional desde antaño la corrupción se ha multiplicado exponencialmente, abordaje que debe verificarse no solo desde lo jurídico penal, sino como fenómeno social, económico, político y cultural. Estudios de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, indican que: “En ese contexto, el fenómeno de la corrupción se presenta no tanto como episodios más o menos frecuentes, sino que están acompañados de la inmunidad de sus ejecutores y de una impunidad ligada a la actividad/no actividad del sistema penal. Por ello, es insuficiente sociológicamente abordar este fenómeno desde una posición solo jurídica-moral y requiere de explicaciones sobre la sociedad en su conjunto, sobre el orden social y las instituciones que lo hace posible”.
La corrupción es respaldada por su hermana siamés: la impunidad. Informes recientes de la Secretaría de Transparencia de la Presidencia de la República, indican que: “De acuerdo con el consolidado del estado de denuncias asociadas a corrupción, hay en total 57.582 entre los años 2010 y 2023 de las cuales el 93,99 % no tienen condena; el 89,7 % sin captura, y el 77,15 % están en indagación”.
Adicionalmente, la apología de la corrupción invade a los colombianos a través de las series de televisión, el delito está íntimamente ligado a la parrilla de programación de la televisión colombiana, el dinero fácil producto del ilícito, narcotráfico, esnobismo e infidelidad, son los “platos fuertes” que invitan a robarse al Estado, pues no pasa nada.