Apreciamos los diferentes programas que está hoy desarrollando la gobernadora Elsa Noguera para la reactivación agropecuaria del Atlántico con el “El Campo a Toda Marcha” y sus programas, Semillas de Vida, Patios Caseros Productivos, Gallinas Ponedoras, Centro de Servicios Tecnológicos, Construcción de Jagüeyes, Centro de Alimentación y Forraje, y el Plan Pescao. Todos, agricultura de subsistencia.
Pero no se vislumbran proyectos de magnitud suficiente como para que un elevado porcentaje de los predios rurales del departamento sean aprovechados, y vale la pena que analicemos las ventajas que poseemos, para de acuerdo a estas, visionar lo que se podría lograr a corto, mediano y largo plazo en lo referente a nuestro potencial agropecuario. 1. La zona oriental de nuestro departamento es recorrida por el Magdalena y multitud de ciénagas a lo largo de 105 kilómetros. 2. El sur del Atlántico, además del enorme embalse del Guájaro, cuenta con 33 kilómetros del Canal del Dique. 3. En la región central tenemos la laguna de Luruaco. Si analizamos la geografía de nuestro departamento, podremos apreciar que resulta ser el más lacustre del país por kilómetro cuadrado de territorio, en un amplio porcentaje por cuerpos de agua dulce, y nada más cierto que el agua es el motor del campo. Pero con tantos kilómetros bañados por el río y por el Canal del Dique, solo contamos con dos Distritos de Riego en el sur del Atlántico, ubicados en los municipios de Repelón, Santa Lucía y Suán. ¡Distritos de Riego construidos por el Incora hace 50 años! En cambio, la zona oriental paralela al río Magdalena, conformada por los municipios de Malambo, Sabanagrande, Santo Tomás y Palmar de Varela, con tierras aptas para gran diversidad de cultivos, no cuenta con infraestructura de riego indispensable para lograr una agricultura sostenible durante los 12 meses del año. ¿Cómo podríamos afirmar que el Atlántico sí le ha apostado al campo si sus dos únicos distritos de riego son de la época de Carlos Lleras Restrepo? Resulta necesario incorporar esa zona oriental con una infraestructura que permita cultivos de elevado nivel agroindustrial con nuevos Distritos de Riego, y otros para la zona conformada por Baranoa, Polonuevo, Sabanalarga y Luruaco, bombeando las aguas desde el embalse del Guájaro y la laguna de Luruaco que podría retroalimentarse. Lo anterior no significa que municipios como Usiacurí, Tubará, Juan de Acosta o Piojó no se deban incluir en otros proyectos agropecuarios acordes con la calidad de sus tierras y de las aguas de las lagunas del Totumo y Tocagua, porque desde ya se debería diseñar la manera de garantizarles agua para riego a sus campos.
Además de las fuentes hídricas con que nos premió la naturaleza, hasta ahora casi que desaprovechadas porque dos distritos de riego son casi nada, es hora que dejemos de desperdiciar las aguas residuales que generan sus poblaciones, y que en vez de contaminar arroyos, humedales y al río, estas sean tratadas con calidad ideal para ser reutilizadas en el riego de determinados cultivos y para el sostenimiento de cuerpos de agua, como arroyos, jagüeyes y humedales durante veranos intensos. Convirtamos al Atlántico en el Israel del Caribe para auto abastecer de alimentos a toda la costa, para crear agroindustrias y para generar mucho empleo en el campo. Llegó el momento para que nuestros empresarios piensen en el campo del Atlántico diseñando APPs para Distritos de Riego rentables y así desarrollar grandes agro-empresas. ¿Seremos capaces?
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