Estamos a punto de terminar este mes de abril. A pesar de habitar en una ciudad considerada como periférica que, valga la redundancia, muy a su pesar no se ve a sí misma como tal, nos afecta el mundo, la vida en todas partes.
Me puse a contar las fechas que me han afectado en los últimos 15 días nada más. Y los ánimos y la “pensadera” que provocan estas fechas, no es poca cosa. Por eso, no sé cómo va a salir esta columna que parecerá una colcha de retazos. Pero así es nuestra vida, realmente, si nos ponemos a la tarea de ver los retazos que la arman.
Escribir un texto es tratar de dar forma a esos retazos. Si es en columna, se convierte en un acto público, impúdico.
El 14 de abril, un estado de shock nos impide el pensar en una semana de descanso que se avecina. Nuestro espíritu, eso que nos da fuerza para seguir en la lucha diaria, se detiene ante la noticia de la muerte súbita de un amigo y un intelectual muy cercano. Duele porque no lo esperábamos, duele porque lo perdemos, duele porque el Caribe colombiano pierde a uno de sus guerreros del pensamiento, Ton Abello.
El 15 de abril, arde ante nuestros ojos, París. Arde en su icónica catedral. Pueden decir lo que quieran: que la iglesia se lo merece por sus acciones pederastas, que solo lloramos las pérdidas de Europa, los colonizadores, que al mundo no le importan otras cosas tan o más importantes que esa catedral, en fin. Pueden decir lo que sea, todo depende del prisma y desde la posición de la mirada.
Pero ver quemarse en vivo y en directo (como podemos hacer hoy en día) este edificio que con su piedra y su madera y su arte, nos ha tocado, nos duele. Y duele pensar que otras tantas cosas en la historia de la humanidad, han sido borradas y ni siquiera las recordamos. Ese dolor nos recuerda que la permanencia sigue siendo un sueño.
También nos pareció extraño que empezaba la Semana Santa cristiana con ese incendio y que el mismo se convirtiera en el indicio de algo aún peor.
Entonces el 21 de abril conocimos de ataques coordinados, al final de esa Semana Santa, en un país en el que casi no pensamos y donde los cristianos no son una mayoría, contra personas inocentes, desprevenidas, que rezaban o celebraban los rituales.
Todavía no entendemos cómo es que, en este siglo, las fuerzas que muevan al mundo sean los odios religiosos. No tiene sentido. Solo tiene sentido que a lo mejor los humanos estamos aún muy lejos de ser realmente humanos. O que la humanidad es eso y sería mejor asumirnos como los animales mamíferos que somos. Así , de pronto, no nos estaríamos matando y destruyendo sin razón.
Luego, en Colombia, cerramos la semana con protestas que obviamente sirven para que unos pocos se aprovechen de las circunstancias y así invaliden las verdaderas reivindicaciones pedidas. Y precisamente, destruyendo fachadas de catedral y calles aledañas.
En Barranquilla entonces esperamos las lluvias mil que no llegan en abril para apagar la sed de nuestros árboles, mientras celebramos que la JEP se puso las pilas para demostrar al fin que es una herramienta legítima.
Dan ganas de subir el ánimo bailando, ¡porque hoy es el Día Internacional de la Danza!