Con este título, en horas de la mañana del viernes 21 de Septiembre, la doctora Mercedes Ortega, experta en la obra de Marvel Moreno, hacía su intervención en un foro organizado por la editorial de la Universidad del Norte durante la reciente Feria del Libro que se llevó a cabo en el centro de convenciones Puerta de Oro.

Durante la misma, ella tomaba varios de los personajes en distintas obras de la escritora barranquillera para instarnos a pensar acerca de su trabajo literario. Remataba hablando de la última novela de Moreno, una que no ha podido salir a la luz por razones que se convirtieron a partir de la noche de ese mismo viernes, en una especie de tormenta amazónica.

El segundo nombre de Marvel, fallecida en 1995 en París, de donde nunca quiso regresar a su ciudad natal, ha quedado con el tiempo olvidado: Luz. Marvel Luz Moreno Abello dejó un legado que apenas ahora, a partir de personas que han estado seriamente estudiando su obra, está siendo tomado en cuenta por una nueva generación de lectores. Pero su novela El tiempo de las amazonas, terminada, revisada y a punto de ser editada, quedó a oscuras.

El ambiente ese viernes era propicio. La presentación de Ortega fue interrumpida varias veces con aplausos, porque apasionadamente expuso su tema: visibilizar este trabajo literario lleno de potenciales amazonas.

Y es que algunas de las personas asistentes ya sabíamos que esa misma noche, mientras otra charla, esa sí, bien publicitada, acerca del “legado” de Moreno, donde iba a hablar su ex marido, iba a ser intervenida por unas amazonas como las que Marvel Luz quisiera haber visto en su tierra natal.

A un grupo de mujeres, casi que por separado y al mismo tiempo, se nos ocurrió que esta anunciada conversación acerca del “legado” de Marvel Luz Moreno era un despropósito. ¿Cómo podía a los organizadores de la feria ocurrírseles algo así? ¿No hemos avanzado nada en esta ciudad?, ¿Los tiempos no han cambiado? Había que hacer algo.

Con un propósito que no sabíamos bien cómo iba a resultar, media docena de amigas nos reunimos para hacer una protesta. Nuestro plan daría un resultado mucho más allá de nuestras expectativas. No solo hicimos visible a los asistentes −atónitos ante la una extraña línea de mujeres que en silencio desfiló y se plantó entre ellos y los conversadores oficiales, tres veces, portando camisetas que iban descubriendo en una simple coreografía− sino ante el país entero, que ya muchas mujeres estamos cansadas de ser silenciadas y de que se silencie nuestra obra en todos los campos. Y que ya está bueno. Y que queremos leer El tiempo de las amazonas.

Sorprendidas nosotras mismas por la fuerza de nuestra acción, vimos cómo opera la performatividad de las acciones artísticas potentes. La tormenta se formó afuera de ese espacio en el malecón y pronto las redes estallaron preguntando que qué era eso y se hizo demasiado patente que fuimos visibles para el público, mientras la charla seguía allí, a pesar de nuestros cuerpos, a pesar de nuestra presencia, pretendiendo una no interrupción, es decir, que no pasaba nada.

Lo que no podía ser dislocado era esa supuesta estabilidad que en el mundo entero se va desanudando ante la rabia de las mujeres que poco a poco se sienten empoderadas a pesar de todo, a pesar de las más cada vez virulentas reacciones de quienes nos tildan de feminazis, banalizando así las luchas feministas y de paso, a los verdaderos nazis.

#TodasDeberíamosSerAmazonas