Las tendencias se convierten en el eco de la desinformación. Son la nueva manera de enredar a los ciudadanos para distraerlos. Son la fórmula exacta para desviar de lo relevante. Y en un país donde todavía asesinan inocentes, donde la tierra sigue siendo la razón principal de la violencia, donde quieren enterrar la verdad y desaparecer la memoria, ocultar esta cara de Colombia es una urgencia. Lo logran con facilidad, más en esta época de fake news y hashtags. Todo pasa por un filtro. Incluso las luchas sociales.
¿Por qué se avalan determinadas causas y otras no? ¿Por qué se volvió cool ser un ambientalista de teclado, pero es un crimen ser líder social? ¿Dónde está la delgada línea entre apoyar una causa porque se cree en ella o hacerlo porque es el tema de moda? Sí, es evidente cierta frivolidad en lo que escribo. Créanme, no es intencional. Así de superflua y terrible es la realidad actual. Vivimos en un país violento. La explotación no sólo se da en los recursos naturales, también en la dignidad humana. Lo peor no es ni siquiera el hecho de la explotación en sí, sino que se niega. La indiferencia ante la muerte.
Las luchas por preservar la naturaleza y los derechos fundamentales, por exigir reformas agrarias justas y una educación de calidad son condenas a muerte. Aquí los derechos son un lujo en posesión de unos cuantos. En medio de tantas problemáticas sociales surgen las tendencias que imponen un deber hacer. O, tal vez, sólo son fantasías que dopan ante la barbarie y se convierten en un resguardo para los indolentes. En el delirio de lo “políticamente correcto” se puede justificar votar mal, si luego se está en contra del fracking. Pecar, rezar y empatar. Y así se revela uno de los comportamientos más comunes en la contemporaneidad: la tibieza frente a la realidad. Se quiere simpatizar siempre, no quedar mal. Ser un biempensante de la crueldad. En cierta manera, es deshonesto quedar bien dentro de la miseria y la corrupción que consumen a un Estado que parece cada vez más fallido.
La tendencia es estar en contra del fracking. Y ojo, para entender las complejidades que representa la fracturación hidráulica se requieren información y estudios. Me pregunto: ¿cómo un grupo de individuos que afirman ser ingenuos a la hora de elegir a un Gobierno abanderado por el capitalismo salvaje, se interesan por el medioambiente? ¿Se informaron mal a la hora de votar? Porque de lo contrario, no queda claro cómo es que entienden el fracking. ¿En serio les preocupa el daño que hace? ¿O se acomodan a la tendencia de moda? ¿Serían capaces de luchar junto a los líderes sociales, amenazados en sus territorios por defender recursos naturales que el capitalismo salvaje y mafioso explota? ¿O sólo hacen videos en redes para quedar bien porque es la lucha socialmente aceptada?
Ojalá no. Ojalá sean transparentes sus intereses e ingenuidad. Ojalá esos que los justifican también entiendan el subtexto de la supuesta lucha. Lo importante es que todos nos pongamos la camiseta —sobre todo las figuras públicas— para cuidar esas regiones olvidadas, cuyas poblaciones siguen siendo perseguidas y asesinadas por defender el territorio. El medioambiente y sus defensores son masacrados en la Colombia olvidada. Entonces, usted, que aparentemente resguarda los recursos naturales, ¿va a proteger a los líderes sociales que realmente hacen el trabajo para evitar el fracking en sus regiones? ¿O es sólo un video en redes? Espero que actúe. Y, sobre todo, que comprenda lo crucial que es el voto.
@MariaMatusv
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