Si me lees todas las semanas, creo que a este punto estarás pensando que solo hablo de este tema, pero es que realmente creo que pocas cosas son tan importantes como esto. ¿Se están dando cuenta de lo imprescindible que es sanar la mente? ¿Se están dando cuenta de que estamos ante una generación deprimida? ¿Se están dando cuenta de que muchísimos jóvenes hoy, sin importar su estrato social, sienten que la vida les ha quedado grande?
Es impresionante que en una misma semana, dos jóvenes barranquilleros, de dos edades distintas y provenientes de dos hogares muy diferentes, hayan decidido quitarse la vida de la misma forma. Es impresionante, y a la vez es muy común. Demasiado común.
Pero no es solo en Colombia, esta es otra ‘pandemia’ mundial. El mundo entero está enfrentándose a ‘este virus’ que tiene todo que ver con autoestima, y en dónde indiscutiblemente las redes sociales juegan un papel fundamental en el por qué hoy en día se ha escalado a un nivel tan alto esta problemática tan devastadora.
Sin embargo, para poder mejorar esta situación, es importante saber cómo piensa esta nueva generación que se está formando. Y en mi opinión, puedo decir que esta es una ‘que no permite errores’, pues se jacta de velar por los derechos de ‘todos’ (algo que en anteriores columnas he destacado como una grandiosa cualidad), pero al mismo tiempo, no permite que se tenga el derecho a pensar de otra manera a la que se ha establecido como válida. La realidad: estamos frente a una juventud que ya no cancela, sino que crucifica.
Y no, no estoy diciendo con esto que antes no había bullying, pues el matoneo ha existido desde siempre. Solo digo que ahora es 24 horas, que ahora el odio puede perseguirte en todo momento, y que ahora la crueldad no tiene límites, pues se puede esconder detrás de cualquier perfil. Y eso es absolutamente preocupante.
Estamos ante una juventud que se compara constantemente con personas que ni siquiera se ven como se ven en sus redes sociales (muchas veces todo es cuestión de ángulos, de luz, de edición y de filtros ), y que le tiene pavor a hacer cualquier cosa por miedo a ser juzgados, por miedo a ser castigados, por miedo a ser cancelados...por miedo a ser crucificados. ¿Se imaginan lo inseguro que uno se puede sentir bajo esas circunstancias?
Es por esto que creo que la única salida es hacer más grande lo que ya se está comenzando a hacer: abrir la conversación, dejar el tabú de que ‘buscar ayuda está mal’, dejar de creer que solo los ‘locos’ necesitan un psiquiatra, y dejar de creer que solo porque un joven sonríe, significa que está bien.
Y recuerden, esto es algo que le puede pasar a cualquiera, esto es algo de lo que ninguna familia está exenta de que le pase, y esto es algo que si bien puede ser prevenido, hay muchos factores que hacen que a los padres se le salgan de las manos.
Porque la depresión es una enfermedad silenciosa que se fortalece cuando uno menos lo espera. Y porque hay que hacer algo para ayudar a esta generación que viene en camino, antes de que sea demasiado tarde...
PD: Envío fortaleza y serenidad a todos los familiares y amigos de Tomás Echeverri Montoya y de Jaider Enrique Mejía. Que Dios los tenga en su Gloria.