A principios del 2021 la alcaldía distrital de Barranquilla anunció la puesta en marcha del programa de Transformación de Entornos Urbanos —TEU— que, según la información compartida por sus responsables, tiene como objetivos «lograr que los ciudadanos puedan transitar por los espacios públicos de manera confortable, segura y con la accesibilidad necesaria, renovando el sentimiento de caminar por los principales corredores que conecta y ofrece la ciudad». Las obras de su primera fase, unos 7 kilómetros de andenes, iniciaron a mediados del año pasado, concentradas en las carreras 52 y 53, sectores de uso mixto, comercial y residencial, en el norte de la ciudad.

Idealmente la TEU debería ser un programa de implementación continua, similar al exitoso programa «Todos al Parque», dado el evidente déficit cualitativo y cuantitativo que el espacio público acarrea desde hace décadas. Sin embargo, por ahora la iniciativa no parece mostrar la dinámica necesaria para lograr impactos relevantes sobre la calidad de vida de los barranquilleros.

Las intervenciones en los andenes son complejas, no tanto por la naturaleza del reto técnico (se construyen andenes desde hace milenios), sino porque involucran diversos grupos de interés con visiones que pueden llegar a ser contradictorias, especialmente en cuanto a la información sobre redes de servicios, accesos a los predios y las necesidades de plazas de estacionamiento. Quizá ese tipo de complicaciones ha entorpecido el desarrollo de las obras, y por eso, tras un año desde su inicio, todavía muestra sectores inconclusos en los que prima la sensación de desorden y de inconformidad por parte de algunos vecinos. Incluso en ciertas zonas, parece que los trabajos se hubiesen abandonado.

A todos nos conviene que la TEU sea un éxito. Barranquilla, como lo he mencionado en ocasiones anteriores, es hostil con el peatón, con los ciclistas, y en general, con todo aquel que no disfrute del privilegio de poder moverse en un vehículo particular. No podría concebirse una ciudad ambientalmente responsable si no se invita al ciudadano a utilizar medios de transporte sostenibles, no mediante coerciones amenazantes (como el nefasto y contraproducente «pico y placa»), sino propiciando las condiciones para que en algunas ocasiones resulte mejor y más cómodo caminar, montar bicicleta o montarse en un bus, que manejar un vehículo particular. Lo cierto es que, aunque el propósito de la TEU señala el camino correcto, estamos todavía muy lejos de alcanzar tales circunstancias. Ojalá que el próximo alcalde logre darle a la recuperación de los andenes, el ritmo que se merece.