Gabriel Boric llegó a la presidencia de Chile, con altas expectativas de los ciudadanos y aupado por la izquierda Latinoamérica como la cara de renovación de la misma. Un joven que se apalancó en el liderazgo que ejerció en el estallido social del país del sur del continente. Pero las promesas resultaron vacías, los hechos luego son los que hablan; y la Constituyente que pudo ser su gran logro, terminó por ser su enorme fracaso. Ahora está padeciendo las consecuencias de su talante inicial, entonces intenta ser más conciliador, pero ya la derecha le ha ganado terreno electoral, aprovechando el castigo que los votantes buscaban darle. Así es el favor del pueblo: volátil. Como viene, se va.
El partido Republicano obtuvo 22 escaños de los 50 que estaban en la pelea. Un resultado muy complejo de asimilar y administrar para Boric y los suyos. La nueva constituyente estará muy marcada por la ruta que quiera trazar la ultraderecha. La redacción de la carta magna chilena se aleja en gran medida de lo que el Presidente pudo soñar al inicio de su mandato. La derecha tradicional -más moderada- obtuvo no tan buenos resultados como los de los ubicados en el extremo, pero también le fue mejor que a la izquierda, que queda sin duda relegada.
Hubo gran apatía de los votantes en la jornada, ¿qué esperaban?; tienen a los ciudadanos cansados, la gente se agota cuando es constantemente convocada a las urnas a partir de que sus dirigentes políticos no puedan ponerse de acuerdo. Boric ahora, reconociendo los errores de la izquierda con sus radicalismos en el primer proceso, pide a la derecha que no cometan el mismo fiasco. De lo contrario, posiblemente no haya tampoco constitución aprobada en esta oportunidad.
Lo sucedido es calificado incluso como contradictorio por algunos medios, debido a que el Partido a todas luces triunfador, era la colectividad que precisamente se oponía al proceso constituyente defendiendo la carta magna heredada ya. Sin embargo, entraron al juego democrático y supieron sacar provecho de los errores cometidos por sus rivales. El centro liberal desafortunadamente vuelve a perderse y quedar huérfano en medio de la excesiva polarización de la que parecen no poder escapar los chilenos.
“Quiero invitar al Partido Republicano a no cometer el mismo error que nosotros” decía un Boric que posa ahora de arrepentido, si su nueva postura es genuina o tiene más de estrategia de marketing, no lo sabremos. Lo que sí es cierto es que el hombre ahora pide lo que no dio, si su radical proyecto hubiese recibido el apoyo popular, él continuaría en su extremo, sin conciliar y ajeno al diálogo con el diferente. Esa es la realidad.