El domingo pasado, nuestro país vecino, Venezuela, celebró sus elecciones democráticas. Sin embargo, lo que ocurrió no nos sorprendió en lo más mínimo: un fraude electoral de proporciones gigantescas y descaradas. Como era de esperarse, el Consejo Nacional Electoral anunció la victoria de Nicolás Maduro sobre Edmundo González, quien representa a la oposición. La verdad es que se trató de un fraude que ha sido denunciado por todos los rincones del mundo, clamando por transparencia y respeto por la democracia.

Este atropello ha llevado a que las calles de Venezuela se tiñan de sangre, la sangre de manifestantes que se niegan a aceptar una dictadura que se disfraza de democracia. La comunidad internacional ha alzado su voz, exigiendo claridad en el proceso electoral y el fin de la violencia contra quienes simplemente piden justicia.

El presidente de Colombia, tras tres días de silencio, se manifestó a través de un comunicado en el que expresó graves dudas sobre el proceso electoral venezolano e invitó a la transparencia. Sin embargo, estas buenas intenciones, si así las queremos llamar, quedaron en entredicho ante la vergonzosa abstención de Colombia en la votación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para una resolución que buscaba pedir la publicación de los resultados detallados de la votación presidencial en Venezuela y permitir la presencia de observadores internacionales para garantizar la legitimidad del proceso. Desafortunadamente, solamente faltó un voto para que esto se diera.

Este episodio pone en evidencia que el rechazo a la tiranía y la dictadura no se manifiesta con publicaciones en redes sociales, sino con acciones concretas y valientes. Colombia, al abstenerse en la votación de la OEA, perdió una oportunidad crucial para mostrar un liderazgo firme y comprometido con la democracia en la región. La lucha contra la injusticia requiere más que palabras; exige decisiones firmes y coherentes.

En tiempos de crisis, es fundamental que los líderes actúen con integridad y coraje. La democracia no puede ser defendida con tibieza ni con medias tintas. La abstención de Colombia no solo fue una decepción, sino una traición a los valores democráticos que supuestamente defendemos.

Es momento de que Colombia y la comunidad internacional demuestren, con acciones contundentes, su compromiso con la democracia y los derechos humanos. Solo así podremos apoyar de manera efectiva al pueblo venezolano en su lucha por la libertad, la justicia y salir de una dictadura que los lleva persiguiendo tantos años y que les ha arrebatado todo.