La violencia desafortunadamente siempre ha hecho parte de la historia de los colombianos. Sin embargo, una situación que no estamos dispuestos a seguir tolerando es la violencia contra las mujeres. Cifras del Observatorio Colombiano de Feminicidios indican que en los primeros cuatro meses de 2024 se registraron 271 feminicidios y 193 intentos de feminicidio en Colombia, aumentado los casos respecto al 2023. Cifras que son ciertamente alarmantes.

Este tema ha vuelto a ser punto de tensión debido al espantoso suceso en el Centro Comercial Santa Fe, en la ciudad de Bogotá, donde un hombre mató a su pareja sentimental al interior de estos establecimientos. Es la segunda vez que ocurre un feminicidio en este centro comercial. Estos datos nos confirman lo que ya hemos advertido los penalistas: Subir las penas no previene los delitos. Estamos cansados de decirlo, pero seguiremos insistiendo.

En nuestra sociedad está inculcada la falsa creencia de que aumentar las penas hace que los delitos se reduzcan, lo cual es absolutamente falso. Esto es populismo punitivo. Se venden propuestas al pueblo diciendo que se aumentarán las penas, pero lo cierto es que eso no cambia la realidad que viven las mujeres en nuestro país: la inseguridad y la zozobra. Debemos dejar de pensar que la solución está en el derecho penal. Ahí no está. El derecho penal llega cuando ya se ha cometido el delito, cuando ya se han matado a las mujeres de nuestro país. No está para evitarlo. El derecho penal no sirve para proteger a las mujeres, sirve para sancionar a quienes atentan contra ellas.

Lo que falla no es el derecho penal, es la prevención, son principalmente los valores enseñados en casa, es increíble tener que advertir que la vida no le pertenece a nadie y por eso nadie puede arrebatarla. Fallan también las alertas tempranas, es necesario fortalecer las medidas de protección. La solución debe centrarse en una educación que promueva la igualdad de género desde temprana edad, el respeto por la vida, la implementación de programas de prevención efectivos, el fortalecimiento de las instituciones encargadas de la protección de las mujeres y en una verdadera política de Estado que aborde de manera integral este flagelo.

La lucha contra la violencia de género debe ser una prioridad como sociedad y no podemos seguir siendo indiferentes. Las mujeres de Colombia no pueden esperar más. Cada día que pasa sin tomar acciones concretas es una sentencia de muerte para muchas. Es hora de actuar, de proteger y de prevenir.