El Juniorismo, que llegó a la fiesta de los 98 años del Junior en el Metro, debe tener todavía el guayabo propio de quien asistió a una fiesta y todo salió mal.
Junior perdió 2x1 con Caldas en un partido enredado de esos que hace muchos años bauticé como las “7 plagas de Egipto” porque se viene una desgracia encima de la otra.
El técnico Corredor del Caldas trajo a Barranquilla un circuito defensivo a ultranza en el que participaron con eficiencia todos sus jugadores. Fue un bloque corto delante de su propia área grande que operaba 1-5-4-1 o 1-4-1-4-1 o 1-9-1 como le llegué a llamar.
No lo digo por desdeñar el planteamiento sino para señalar lo difícil que le puso el trabajo a un Junior que, como mejor trofeo, logró empatar el juego 1x1 y con cara de quedar así hasta el tiro libre de Piedrahita que fue la última plaga que le cayó al Junior un poco antes del final.
Si bien el planteamiento defensivo del Caldas funcionó casi a la perfección, hay que señalar que hoy hablamos justo de eso porque Junior trató de vulnerarla sin fortuna. Solo el gol de Sambueza hizo brillar algo de esperanza en momento en que, promediando el segundo tiempo, se vio a un Junior ofensivo que hizo peligrar el buen trabajo del equipo caldense.
Las desgracias del Junior comenzaron con ese planteamiento de Corredor que se volvió un laberinto, siguió con el gol de tiro penal de Ayron del Valle que hundió al Junior en ese trabajo de buscar sin encontrar, continuó con las modificaciones del técnico Cruz Real pasando de un 3 en el fondo a un 4, la presencia de Bacca y Deossa para reacomodar al equipo que vio llegar como mal agüero la expulsión de Didier y el triste final que, observándolo en cámara lenta, pareciera que el tiempo durara una eternidad: el cobro de Piedrahita, la cabeza de Cetré que peinó el balón hacia atrás y un Viera descolocado que, con seguridad, pensó que el balón saldría.
Fue una fiesta, que no lo fue, que comenzó con la inoperancia de la empresa TuBoleta, que se vio rebasada por el lleno completo en el Metro, que hizo ver colas interminables, bajo un sol que quemaba, con las incomodidades y el sufrimiento de ancianos, niños, mujeres y hombres que lucharon, cuerpo a cuerpo, por entrar en medio de un sistema nada eficiente de la empresa que vende las boletas cobrando un adicional por el “servicio”.
Servicio que fue un desastre. Más desastroso que el mismo partido jugado por Junior…