El capital social es un concepto relativamente reciente que hace referencia al conjunto de normas, organizaciones y redes construidas, basadas en la confianza y reciprocidad, que ayudan al desarrollo y bienestar de la sociedad. Su medición es mucho más compleja que la del capital humano (conocimiento) y que la del capital físico (bienes materiales) por los intangibles que entraña su definición.

Los recursos que componen este capital son divididos en tres grupos: las redes sociales, entendiendo estas como los lazos familiares, las organizaciones comunitarias informales y las organizaciones sociales o académicas a las que se pertenece; por otro lado, las normas sociales, entre ellas, la voluntariedad, el altruismo, la solidaridad y por supuesto, las sanciones que las hacen efectivas; y los vínculos de confianza social que garantizan el balance entre las obligaciones y deberes a los que nos exponen las interacciones con nuestros semejantes.

Evidencia científica de calidad muestra que el capital social es un factor potencialmente determinante de los resultados que se obtienen en la vida, como lo son el último nivel de formación alcanzado, salud, ascenso social, entre otros; sin embargo, poco se había logrado comprender acerca de qué tipo de los recursos listados atrás, condicionan a lograr mejores resultados en las diferentes áreas de la existencia de un ser humano.

Un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature, usando los datos de 21.000 millones de amistades en Facebook, mostró que la proporción de amigos de nivel socioeconómico alto, entre las personas de nivel socioeconómico bajo, (llamada por los autores como conexión económica de las redes sociales) es un fuerte predictor de movilidad ascendente de ingresos para la población de los Estados Unidos de América. Contundentemente se infiere que, si los niños de padres con nivel socioeconómico bajo crecen en entornos con conexión económica igual a la existente para los niños de padres con nivel socioeconómico alto, sus ingresos económicos aumentarían en la vida adulta un 20% en promedio.

Resulta muy interesante un análisis más detallado que revela que la mitad de esas conexiones económicas se dan por las interacciones en espacios académicos y religiosos. En estos ámbitos, aún con la presencia del sesgo de amistad (tendencia a agruparse con iguales) las relaciones perdurables se crean con mayor facilidad.

En nuestro país ha sido tradicional la escasa interacción racial, política y de estratos socioeconómicos. Este bajo capital social es una de las causas por las cuales, a un colombiano le toma 11 generaciones pasar de estrato socioeconómico bajo a medio, según la economista Minouche Shafik, directora del London School of Economics.

Las evaluaciones que conozco de los programas Ser Pilo Paga y Generación E están centradas en capitales físicos. Si bien, tomará un poco más de tiempo, debemos comprometernos a que en unos años se mida el impacto que tuvieron en algunos de los beneficiarios el haberles generado muy temprano en sus vidas un mayor capital social.

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