Conciencia y cultura ciudadana hacen falta en el país y, por supuesto, en Barranquilla. En el país porque once departamentos deben controlar los desechos que botan al río Magdalena. En Barranquilla, porque sus habitantes deben entregar la basura a los camiones de la Triple A y no arrojarla, como tantos, al arroyo más cercano.

Dicho de otro modo, los colombianos tienen que aprender a saber qué hacer con la basura que llega a nuestras playas, y los barranquilleros cómo disponer los detritus de sus casas y negocios.

1.500 kilómetros del río Magdalena cruzan los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Huila, Caldas, Antioquia, Santander, Cesar, Magdalena, Bolivar y Atlántico.

Aquí, a nuestro departamento, llega pues basura de todo el país.

En un operativo público privado, la Gobernación del Atlántico, la Triple A, la Defensa Civil, el Ejército Nacional y numerosos voluntarios convocados por redes sociales han estado removiendo esta semana más de 600 toneladas de basura nacional de las playas de Puerto Colombia, Salgar y Sabanilla.

Eduardo Verano De la Rosa, gobernador del Atlántico, hizo un llamado a las autoridades ambientales nacionales, departamentales y locales para que apliquen normas frente a la basura que nos trae el río Magdalena. “El Atlántico no será la cloaca de Colombia”, dijo.

Ponte la mano en el corazón, querido lector, y pregúntate si eres uno de los que arroja cigarrillos a la calle, o envoltorios de dulces y galletas desde tu auto, en plena carretera. Haces lo mismo que quien lanza su basura al arroyo cercano.

Se trata de un ciudadano incorrecto que cree aprovechar la oscuridad y el anonimato, seguro de que nadie lo ve o que quien lo ve poco podrá hacerle. Pero se equivoca. La alcaldía de Alejandro Char ha transformado nuestra ciudad, canalizado arroyos, reparado vías. Hoy botar basura a la calle y los arroyos es ilegal y las autoridades multan con rigurosidad esas acciones.

No debes botar basura a los arroyos ni a las calles, hermano mío. Es ilegal porque es incorrecto. Y es incorrecto porque perjudica al bien común, tu propio bien. El arroyo es como un río y viceversa. El que bota basura al arroyo resulta, en esencia, el mismo tipo que arroja desechos al Magdalena. Ese que también lo haría. Porque no siente responsabilidad alguna, le importa un bledo el medio ambiente y la suerte de los demás. Para decirlo en lexicón callejero, el resto del mundo le vale huevo.

Vuelve a mi mente la historia de Isla Verde, que protegía las playas de Puerto, de Salgar y Sabanilla, isla que fue borrada de la faz de la tierra. Vuelven a mí las tesis de quienes aseguran que ese promontorio de arena podría reconstruirse con el ánimo de empujar los desechos nacionales mar adentro. Protegidas así, las playas del Atlántico podrían recuperar su belleza y la salud de antaño.

Los japoneses son expertos en reconstruir geografías como esa. La idea no es descabellada. Quizás es el momento de sacarla a flote.