Hoy hablaré del tiempo, de lo que nos permitimos o dejamos pasar para nuestras vidas sentipensantes, del amor propio, del acto valiente de hacernos conscientes de existir, respirar y sentir. Me inspiró una poesía de autoría de Andrea García Rozo – Pitty – de la cual comparto un fragmento suficiente para desarrollar la reflexión que motiva la columna de esta semana.

¿Por qué hasta el lunes? 

Hoy es hoy, aquí y ahora, quiero hablar contigo… no voy a estar ¿Puede ser el lunes que tengo tiempo? Cuando puedas no hay lío. ¿Por qué el lunes, que tiene el lunes que no tenga yo? Ya sé, el lunes tiene tiempo y yo no tengo tiempo, ni te tengo a ti.

En tiempos de tantos afanes, en los cuales, incluso no entendemos la prisa con la que vivimos y pareciera que perdimos el poder de frenar; es esperanzador encontrarse con catarsis literarias como la de Andrea, que inspiran a reflexionar respecto a que el gran tesoro del mundo no es el dinero, ni los recursos a los que generalmente le asignamos un precio, sino el tiempo, ese universo que se vuelve efímero hasta para nosotras mismas, me pregunto: ¿Cuál es el primer y último pensamiento que tenemos en el día? ¿Cuál es nuestro primer amor?  De repente el afán nos impide tomar una pausa para pensarnos, revisarnos y amarnos, vamos por el mundo pensando en producir y consumir, nos olvidamos del ser, del amor, del romanticismo y del descanso, eso nos hace perder poderes creativos, se nos pasa el tiempo alejándonos de crear y a la vez de creer, en ocasiones nos alimentamos en medio de caóticas jornadas perdiendo la posibilidad del deleite, corremos al ritmo de las reuniones y cuando debemos pensar en nuestras vidas, cuidar nuestra salud o dedicar tiempo a actos de amor propio, parece que le decimos al universo “¿podríamos el lunes? Es que antes tengo una agenda apretada” como si la prioridad no fuera lograr el bien-estar y luego seguir, es como la sugerencia que nos hacen cuando estamos en un vuelo “En caso de emergencia, asegurarse de estar bien y luego atender a los adultos o niños/niñas” esto nos debe llevar a reflexionar que vivir lo dejamos para después, la competencia, el consumismo y la represión a deleitar las emociones nos distrae de nuestro propio ser.

Con esto no quiero invitar a una vida desbocada, el asunto no es irse a los extremos sino encontrar el camino para viajar a nuestro propio ser, hacernos conscientes de nuestra respiración, de nuestro propósito en este corto viaje existencial, no tenemos la eternidad sino el presente y ¿Para qué esperar al lunes, para amar, compartir, escuchar, descansar, ser felices, tejer complicidades y amores reales, que se desmarquen de la moda mitómana y de egos castrantes?

Es momento de hacer de nuestra cotidianidad una oda al presente, una política de verdades, transparencias y rehumanizaciones, es el tiempo de creer y crear, de pausar y avanzar, del amor propio, de vencer miedos y abrazar con ahínco la valentía, transitar por la resiliencia y agudizar los sentidos para discernir sobre quienes se deben quedar en nuestras vidas y aquellos que deben irse desde los cierres sensatos, de no aplazar viajes, ni perder el tiempo reprimiendo lo lindo y sobrevalorando el dolor ¿Para qué esperar el lunes? Hoy es tu lunes y mi lunes, es él ahora lo único que nos pertenece, vamos a vivir que no tenemos la eternidad.

P.D: Gracias Pitty por inspirarme con tus letras.