¿Por qué los libros de difícil lectura son llamados ladrillos? Jorge Atanasio, B/quilla

Cuando un libro satisface, trátese de una obra maestra o, incluso, de un superventas (best seller), puede resultar tan mágico que otorga alas para volar con él por espacios de fantasías y de maravillas, más allá de su desenlace, feliz o afligido.

Lo contrario pasa con un libro-ladrillo, que se entiende como una acumulación de frases impenetrables y agobiantes, que, como ladrillos, pesan y nos apachurran. Claro que esa condición de ladrillo puede guardar relación con nuestro estado de ánimo al momento de leer. Dos libros-ladrillo podrían ser Ulises, del irlandés James Joyce, una de las obras pilares de la literatura universal más mencionadas y menos leídas, y La muerte de Virgilio, del alemán Hermann Broch, para mí, el gran libro-ladrillo.

En la cruz de Jesucristo decía ‘INRI (Jesús Nazareno Rey de los Judíos)’. ¿Desde cuándo se usan siglas y acrónimos? ¿Quiénes los inventaron? William Reyes C., B/quilla

En realidad, en la cruz de Cristo no estaba escrito INRI, sino Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, tal como aparece en Juan 19, 19. INRI es un acrónimo al que muchos artistas acudieron como artificio para que, por su extensión, la frase no resaltara más que la imagen de Cristo crucificado. No puede decirse quién inventó las siglas y los acrónimos y mucho menos cuándo.

Por la histórica necesidad humana de comunicarse ágilmente, conjeturo que surgieron espontáneamente después de la consolidación de la escritura. Tuvieron apogeo en textos medievales como trucos para ahorrar espacio al escribir y trazar menos letras, algo difícil con los útiles toscos y lentos de antaño.

Nota: La semana pasada dije que ‘sacar la piedra’  es hallarse muy airado o contribuir a que una mujer alcance el clímax. Me escribe el médico Alberto Calderón Lombana: “… sobre el origen de ‘sacar la piedra’, [aporto] un datico de la historia de una pintura que colateralmente podría tener alguna relación con el asunto.

En el Museo del Prado, de Madrid, se conserva un cuadro del famoso artista Juan Bosch, de poco antes del Descubrimiento de América, el cual representa (con evidente intención burlesca) la extracción de una piedra de la cabeza de un campesino por un ‘cirujano’ de la época, con un clérigo y una monja como testigos. Como esta, existen muchas pinturas de diferentes épocas que tratan el mismo tema, y ello da a entender que la creencia en la existencia de piedras en el cerebro de las personas que han perdido la razón fue algo muy extendido en Europa muchos siglos atrás”.

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