Que el equipo de tu ciudad juegue la Copa Libertadores es una oportunidad de oro para ganar prestigio, para promocionar a tu ciudad, para viajar y conocer otros países. Los aficionados del Junior no han podido disfrutar de todo eso. El equipo, sencillamente, no ha dado la talla.
Barranquilla, enorme durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe, inmensa en su progreso, merecía un continuismo deportivo con su club de fútbol. Y consta que los Char hicieron lo posible por mantener el listón alto de la ciudad y del equipo.
Vivir cuarenta años en Barcelona me ha servido para valorar lo que significa no solo el trabajo sino también lo que es una ciudad que siempre busca el progreso, que tiene un equipo de fútbol como el Barça, cuyo principal lema es “más que un club”, y para entender que no hay nada más importante que tu equipo de fútbol esté en lo más alto, disputando todos los títulos posibles. Por ejemplo: el Barça está en la final de la Copa, es semifinalista de la Champions y mañana puede proclamarse campeón de España por segunda vez consecutiva.
Barcelona tiene esa suerte. Lo ofrece todo. Puedes ver la Sagrada Familia, Montjuic, el Tibidabo, recorrer toda la orilla del mar, el Museo Picasso, y si te gusta el fútbol, el Camp Nou, la catedral de Leo Messi.
Barranquilla empieza a tener muchos sitios turísticos, atractivos, bellos, y la Costa Atlántica muchos más, especialmente, durante estos días en los que se celebra el Festival Vallenato, que en esta época, con el Junior fuera de competición internacional y el Unión Magdalena luchando por no descender, hay muy pocas cosas que vender deportivamente.
Ni Matías, ni Lucho Díaz, y tampoco Teo Gutiérrez. Ninguno de ellos atrae. No tenemos nada que vender. El equipo no ha funcionado y está fuera de la élite. Pero, en cambio, hay que vender otros productos. El Museo del Acordeón o la Casa de los Santos Reyes, donde el fútbol es sustituido por unos patios donde Leo Messi haría driblings y metería goles como en el Camp Nou, pero en un escenario donde el relax es la nota predominante, y donde Junior no llega, pero nuestro corazón sigue estremeciéndose porque el vallenato toca fibra.