Después de perder su tercer partido de Copa Libertadores en Arequipa ante el Melgar, que lo ha dejado prácticamente al borde de la eliminación, Junior afronta los próximos dos encuentros con la plantilla fragmentada. Una parte viajó de Arequipa a Barranquilla para preparar, a las órdenes de Luis Grau, el partido contra Equidad del próximo sábado en Bogotá. La otra parte se fue de Arequipa a Sao Paulo donde el próximo miércoles se enfrentará al Palmeiras. El entrenador, Luis Fernando Suárez, viajará el mismo sábado de Sao Paulo a Bogotá para dirigir el equipo.

En el momento que el plantel necesita más unidad porque la situación exige apoyo total entre jugadores y cuerpo técnico, el equipo se divide en dos. No imagino una planificación igual en un equipo europeo. Es verdad que a este lado del continente los viajes marcan la diferencia. Los desplazamientos en Europa son más directos, sin trasbordos y, por consiguiente, se evitan las esperas en los aeropuertos. Hay equipos, claro está, que tienen sus vuelos chárter. Aquí parece que eso no es posible salvo si juegas una final.

Pero lo que verdaderamente será siempre material de debate es si la medida de tener dos equipos resulta eficaz. Nunca he creído en ella. Son válidas las rotaciones porque la temporada es muy larga y los jugadores no pueden participar en todos los partidos. En las rotaciones el cuerpo técnico vigila los minutos que cada jugador va disputando, pero muy pocas veces prescinde de los futbolistas considerados vitales. Por ejemplo, en su último partido, el Barcelona salió ante el Villarreal con una alineación en la que no estaban ni Messi ni Piqué y tampoco Rakitic. Pero estaban ahí, en el banquillo, dispuestos a salir si era necesario o, simplemente, jugarían los últimos 30 o 20 minutos para seguir cumpliendo los números de la rotación. Lo que no se ha visto nunca es que el entrenador diga: “Messi y 10 más se quedan conmigo y el resto se va a jugar contra el Levante”.

Sus razones, no obstante, tendrán los entrenadores –no solo Luis Fernando Suárez– para ejecutar estos planteamientos. Pero seguro que a los aficionados, y también a los periodistas, nos gustaría ver siempre un equipo que recordáramos de memoria, y sino que, por lo menos, alguna figura esté en el banquillo, dispuesta a salir en cualquier minuto. Esto es lo deseado especialmente cuando lo planificado no da los resultados pretendidos. Sobre todo cuando dos equipos no están haciendo uno.