Como todo un club grande Junior finalizó el 2018 y acaba de comenzar el 2019: título para octava estrella en la Liga Águila, Copa de la Superliga rompiendo el gafe de los penaltis que evitó su triunfo en la Copa Sudamericana, y triunfo contundente en su debut en la Liga. Las victorias, además, han sido conquistadas con un fútbol que abraza elogios y besa el encanto.
Da la impresión que la victoria se ha instalado en Barranquilla al mismo ritmo que la ciudad crece y marca un desarrollo extraordinario. Es un hecho que los objetivos deportivos de Junior serán los de revalidar su título liguero y llegar lo más lejos posible en la Copa Libertadores, competición en la que el sorteo no fue precisamente benigno con el equipo rojiblanco.
Llama la atención, sin embargo, que los aficionados no acaban de animarse a participar en las múltiples invitaciones que hace el club para contar con un mayor número de abonados. La institución ofrece una serie de beneficios que van desde la financiación a plazos del abono, un 2% en las compras en SuperTiendas Olímpicas y SAO, una suscripción digital a El Heraldo, además de programar concursos para regalar boletas. Pese a todo eso, y la aparición en las redes sociales de los propios futbolistas pidiendo la asistencia al estadio, el Metro sigue medio vacío. En el primer partido de Liga ante Patriotas, el equipo que venía de ganar la Superliga solo fue visto en el Metro por 11.153 aficionados. Una pena.
Estoy convencido que la dirección de Junior no parará en el esfuerzo por conseguir convencer al aficionado para que se convierta en abonado. Posiblemente tenga que ampliar los beneficios. El FC Barcelona, por ejemplo, que cuenta con más de 100.000 socios, tiene una oferta en la que no solo regala una revista de periodicidad bimensual, sino también concede premios a la fidelidad (insignias de plata, oro y oro y brillantes por 25, 50 y 75 años de socio, respectivamente). Sus descuentos en las tiendas oficiales del club son del 5% y de un 10% si la compra es on-line. Y descuentos en obras de teatro, cines, clubs de Fitness, y festivales.
Pero la pregunta del millón es: ¿Si aún con todo eso, el juniorista se animaría a ser abonado o es que los horarios, la lejanía del estadio y la televisión no invitan para nada a ir al estadio Metropolitano? Habrá que verlo, pero ese es el gran desafío.