No hay que ser analista político en la ciudad de Cartagena para darse cuenta de la villanía con la que se mueven los sectores en épocas electorales. Son días sucios, como sucia permanece la ciudad el resto de los días. Los candidatos muestran su mejor sonrisa en carteles por toda la ciudad, con fotografías manipuladas hasta la médula, como en el caso de la candidata Yolanda Wong a la que ya es difícil reconocer.Al candidato Fernando Araujo, por ejemplo, algún asesor le dijo que se pusiera un casco de constructor como si con esa ridícula manda a la ciudadanía se le fuera a olvidar aquel penoso tema de Chambacú. “Nos sacaron de Chambacú y se lo robaron, y creen que con el disfraz del casco nos van a confundir”, le escuché a un viejo taxista, de esos que ya hablan sin miedo.

O la candidata Adelina Covo, por ejemplo, que desde que se supo candidata de Petro desató un afán estelar por tomarse fotografías y videos con cualquier persona medianamente reconocida en los espacios más inapropiados. Una cosa que uno no entiende.

Lo cierto es que en medio de todo, fue Sergio Fajardo, en una versión rencauchada, el que llegó a la ciudad a respaldar la creación de una unión de alternativos. Aunque entre sus integrantes quedaran Sergio Londoño Zurek y Jaime Hernández Amín que bastante bien se han movido en la política tradicional. También hacen parte el empresario Nabil Báladi, por el Polo Alternativo Democrático, y Claudia Fadul. Esta alternatividad, entonces dice surgir para hacerle frente a William García y Yolanda Wong, los candidatos que puntean las encuestas, y que según los alternativos –y según cualquier cartagenero de a pie- están apoyados por las casas políticas tradicionales (Los que en realidad mandan en la ciudad y los que en realidad se enriquecen con el erario público).

Lo contradictorio es que a la mayoría de los candidatos alternativos se les vio en casa de uno de los personajes menos alternativos de la ciudad, controvertido por sus formas excéntricas de participar en política, como aquella vez que aseguró que el entonces presidente Juan Manuel Santos era el anticristo… esto, claro, frente a un enorme grupo de seguidores fanáticos. En la reunión también estuvo Fernando Araujo, el candidato del casco y el rollo de Chambacú. Todo aquel que esté interesado en ser alcalde de Cartagena o gobernador de Bolívar, tiene que pasar por donde el pastor Arrázola, allí no solo se tienen conversaciones programáticas sobre la ciudad, sino que hacen negocios. El pastor Miguel Arrazola pone votos. Hay que preguntarse si luego ese apoyo se traduce en cargos, contratos, o qué tipo de negociación. Ya, por lo menos, de antemano, sabemos que Arrazola no apoya la implementación de la paz.

La sigue teniendo muy difícil la ciudad, están arraigadas unas formas muy vergonzantes de hacer política, y siguen enquistadas mafias perversas que hacen sus apuestas en los unos y en los otros, de tal manera que ganan con cara o con sello, mientras la ciudad se pierde en la miseria.

@ayolaclaudia
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