Para la inmensa mayoría de críticos autorizados en materia beisbolera en el siglo pasado, la estampa de Ty Cobb fue considerada la mejor de todos los tiempos. ‘El durazno de Georgia’, como fue apodado en Estados Unidos, donde no se pone un apodo para desvalorizar jugadores, sino para enaltecerlos, Cobb fue llamado así, “El durazno de Georgia”, fruta reconocida como algo exquisito en aquellos tiempos.
Cobb fue un jugador completo. En aquellos tiempos, cuando no se calificaba tan alegremente como hoy, Cobb fue líder en bases robadas por la velocidad que lo caracterizaba como corredor de bases: 90 bases estafadas.
El “’Duraznito’ del cuento fue un bateador zurdo de gran prestancia, aunque no se caracterizaba como jonronero. En tres años diferentes Ty Cobb bateó por encima de 400 de average, una hazaña no conseguida por ningún otro pelotero en los viejos, y en los nuevos tiempos.
Cobb tuvo un incidente con un aficionado paralítico, pero que ocultaba las muletas a sus espaldas, para lanzarle al pelotero las más duras críticas. La cascada de insultos que el aficionado lanzaba, sacó de casillas a Cobb, pasando este a las gradas donde estaba el insultante, soltándole un vendaval de golpes.
El público se lanzó en gran medida contra Cobb, recriminándole que su víctima estaba en situación indefensa; Cobb no sabía que el hombre era paralítico, pues ocultaba detrás de sus espaldas las muletas. La policía rescató a Cobb cuando el público lo sonaba a golpes.
El pelotero georgiano tuvo una cantidad de broncas por su temperamento volcánico. Una tarde Cobb bateó lo que parecía un ‘three base’, pero cuando cruzaba por primera base rumbo a segunda recibió una zancadilla del shortstop contrario Leo Durocher, que lo hizo rodar cuatro metros; se paró con la misma y fue puesto out en tercera.
Baby Ruth dijo en sus memorias que cuando vio la escena se dijo para sus adentros, al ver que Cobb no cogía para el dugout sino para la segunda base donde estaba Durocher, y conociendo la habilidad de los puños de Cobb, se dijo en el jardín derecho donde él estaba: “Ahora sí le van a poner las peras a cuarto a Durocher”. A un insulto de Cobb respondió Durocher con otro y se fueron a las manos, pero no pasó nada.
Ty Cobb está en la historia como bateador de altísimo porcentaje, como es batear sobre 400 en tres años diferentes.
Cuando los Tigres de Detroit fueron a Cuba para un partido amistoso Ty Cobb fue puesto out en dos turnos al bate por roletas en el infield; de inmediato entró en sospecha que algo sucio había en las bases, porque un corredor de su velocidad era puesto out de inmediato, midieron la distancia de home a primera, y, efectivamente se había alargado un píe de distancia en la medida del plato a la inicial. La malicia de Cobb lo sacó avante en el juicio que allí había una patraña.
Cobb, ya viejo, fue llamado por los Medias Rojas de Boston para asistir técnicamente como bateador ante Ted Williams, otro de los pocos bateadores sobre 400 de average. Williams tenía problemas con los pitchers zurdos y Cobb lo asistió técnicamente recomendándole situarse al fondo de la caja de bateo, y eso mejoró notablemente su average. La fórmula de Cobb dio muy buenos resultados.