Lo único que es absolutamente cierto sobre el 2022 es que no será sencillamente un año más. Se juntó todo: la pandemia que no se va, una mezcla de indicadores positivos y negativos de la economía, una acumulación de necesidades de muchos sectores del país y para completar una campaña presidencial que tiene muy nerviosos a los de siempre. Obviamente las perspectivas positivas o negativas dependen de a quién se le pregunte. Los que no quieren que nada cambie porque les ha ido muy bien hasta ahora tendrán una respuesta positiva en gran parte porque evitan que surjan replanteamientos que los puedan perjudicar. Como este grupo es una minoría, resultado de este capitalismo que ha enriquecido a pocos, la opinión que más pesará será la de aquellos que siguen solo viendo por televisión las grandes riquezas de aquellos que se van al espacio a buscar nuevos horizontes porque esta pobre tierra les quedó chiquita. Por consiguiente, la discusión que corresponde es cómo lo estará viendo esa gran mayoría que sigue rezagada por el tipo de crecimiento económico que tenemos.

Para determinar en qué terminará en Colombia la combinación de temor y esperanza, miremos los resultados del 2021. Así el gobierno siga anunciando que superó en todo los resultados obtenidos históricamente, la verdad es que hasta su euforia sobre la reactivación de la economía en este año y que según ellos seguirá en el 2022, está claramente empañada por la inflación que en los alimentos supera el 13% y por lo que está sucediendo en el mercado laboral para no hablar de los conocidos déficits. Crecimiento sin empleo es la mejor manera de describir la situación actual en el país y esto deja atrás la posibilidad de cerrar brechas sociales ahondadas por la pandemia. Y mientras esto suceda enfrentar exitosamente el pecado de la injusticia social profunda de este país es imposible. Esto es lo que la mayoría siente luego prima el temor.

Pero es el esperado resultado de la elección presidencial lo que tiene muy asustado precisamente al sector ganador de las últimas décadas. Mantener la seguridad democrática y la confianza inversionista que a esa minoría privilegiada tanto les funcionó, dejó de ser una clara posibilidad. Y eso les produce pánico. Pero más aún, la posibilidad de un viraje significativo en las prioridades del Estado colombiano probablemente les produce más miedo que un freno en la dinámica económica. Ese escenario existe porque fuera de Petro, todos los demás candidatos siguen en la nebulosa. A su vez, por el contrario, para aquellos que piden a gritos cambios porque no se han favorecido de lo que ha sucedido hasta ahora, el año electoral les produce esperanza. Y ojo que entre más se desprestigie al nuevo presidente chileno por ser de izquierda más reacción positiva se dará entre esa gran cantidad de individuos que claman por un nuevo país. Por ejemplo, lo que está afirmando RCN televisión contradice lo que se lee en muchos medios chilenos.

En conclusión, como en todo lo de Colombia, el 2022 será una mezcla de temor de quienes ven amenazados sus privilegios, y de esperanza por parte de aquellos que sueñan con un cambio por pequeño que sea. Feliz año, mientras se nos aclara este retador panorama.

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@CeciliaLopezM