El más reciente anuncio de Tedros Adhanom sobre el surgimiento de otro virus que «simplemente no podremos contener» enciende una vez más las alarmas cuando aún no hemos terminado de apagar la ráfaga de ‘fuego’ originada por el coronavirus de Wuhan. Con más de cinco millones de muertes en el mundo por covid-19, la devastadora advertencia del director general de la Organización Mundial de la Salud nos llega como un golpe directo al estómago, uno de esos que nadie, nunca, quiere recibir.

Cuando a principios de 2020 hizo su aparición el virus que nos ha obligado a vivir de otra forma, todos pensamos que sería un asunto de días, de semanas o, si acaso, de meses; mas no de años. Tras casi dos años de estar al acecho del inesperado leviatán, todavía es mucho lo que nos falta por aprender. Resulta incomprensible cómo teniendo la posibilidad de vacunarse, hay quienes no lo hacen, soportados en especulaciones e hipótesis ridículas como las que sugieren una especie de complot de la humanidad contra sí misma para extinguirse por completo.

Una de las más grandes enseñanzas que me ha dado esta pandemia es que el ser humano no es una isla desierta en medio de un océano infinito. Somos organismos interdependientes de todo cuanto existe; algo así como células que deben mantenerse en constante funcionamiento para hacer que el gran organismo, que es el mundo, funcione tan bien como sea posible. La cuestión es así: a mayor número de vacunados contra la covid-19, mayor será la posibilidad de vivir en cierta armonía con el desafiante virus que, lo aceptemos o no, llegó para quedarse.

Desde el pasado 31 de octubre, los niños colombianos de tres años en adelante pueden ser vacunados contra el coronavirus. Y es este un llamado que los padres y madres deben atender desde la lógica y el amor, teniendo en cuenta que aun cuando el riesgo de complicaciones y muerte por covid-19 en esta población es bajo, los más pequeños también interactúan socialmente y, por ende, son un eventual vehículo de transmisión del virus que puede perjudicar la salud y la vida de las personas vulnerables que estén a su alrededor.

Según el Ministerio de Salud, con más de 45 millones de dosis aplicadas, en Colombia ya van 20 millones de personas con esquema de vacunación completo. Y, aunque el Gobierno ha logrado cumplir con un 47 % de la meta de vacunación para 2021, a escasos dos meses de finalizar este año el objetivo de vacunar a 41.7 millones de colombianos está lejos. Con una «certeza biológica» manifiesta de que surgirá otro virus más fuerte que el ya conocido, tan letal que aun sin conocer sus características ni su nombre ya se cataloga como “incontenible”, no podemos hacer más que tomar los apuntes necesarios en esta primera lección de pandemia para después ponerle el pecho a lo que sea que venga.

Este panorama caótico de amenaza ininterrumpida contra el bienestar y la vida de todos debe servir para algo. Y no para asustarnos y pensar que vendrán tiempos peores, sino para convertir en algo útil toda dificultad que ponga a prueba, más que nuestra capacidad de resistencia física, nuestra habilidad mental y emocional para seguir en pie.

@cataredacta