En diferentes momentos de mi carrera he tenido el privilegio de sentirme orgulloso por las realizaciones conseguidas, los avances concretados o por formar parte de equipos cuyas decisiones redundarán en un mejor mañana para los colombianos. Pero pocas ocasiones se comparan con la emoción experimentada a mediados de esta semana en Lisboa, durante la Cumbre de los Océanos, organizada en conjunto por los gobiernos de Kenia y Portugal bajo el auspicio de las Naciones Unidas
El motivo es el anuncio hecho por el presidente Iván Duque, respecto a que Colombia superó la meta establecida de declarar el 30 por ciento de sus áreas marinas como protegidas, ocho años antes del plazo acordado en el ámbito multilateral. En concreto, más de 30,1 millones de hectáreas -que equivalen a casi una tercera parte del total de nuestra superficie no continental- pertenecen ahora a esa categoría, algo que bien se puede calificar como un hito global.
Un hito que viene acompañado de 245 millones de dólares del programa de Herencia Colombia. Esta suma que garantiza el financiamiento de las áreas protegidas marinas y terrestres durante los próximos 10 años, en coordinación con los socios fundadores de Herencia Colombia, cooperantes internacionales y donantes, como WWF, Conservación Internacional, Gordon and Betty Moore Foundation, WCS, Fondo Patrimonio Natural, Andes Amazon Fund y TNC, la Unión Europea, FAO, GCF, KFW, GEF.
Dentro de los nuevos territorios marinos protegidos se encuentran la Reserva Natural Cordillera Submarina Beata, ubicada cerca de la península de La Guajira, al igual que las Colinas y Lomas del Pacífico, frente al departamento del Chocó. Igualmente, se aumentó el perímetro de los Santuarios de Fauna y Flora Malpelo, junto con el Distrito Nacional de Manejo Integrado Yuruparí-Malpelo, en inmediaciones de la isla del mismo nombre.
Esta última determinación resulta clave para poder proteger el área marina más grande del hemisferio occidental. Se trata del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, que compartimos con Costa Rica, Panamá y Ecuador. Gracias al entusiasta apoyo del banco de desarrollo CAF contaremos con la financiación que nos permitirá estudiar, monitorear y preservar un vasto patrimonio común.
Con hechos concretos demostramos nuestra voluntad para revertir un deterioro significativo. Según la ONU, los océanos no solo cubren el 70 por ciento de la superficie de la Tierra, sino que albergan cerca del 80 por ciento de toda la vida en el mundo. Aparte de generar la mitad del oxígeno que necesitamos, los diferentes mares absorben una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono y capturan la mayoría del calor adicional que estas ocasionan.
Lamentablemente, la contaminación en sus más variadas formas ha puesto el ecosistema marino en serio peligro. De ahí que sean indispensables acciones responsables para proscribir distintas actividades y permitir que tanto la flora como la fauna se logren recuperar en las más diversas latitudes.
Por tal razón, vale la pena dar ejemplo, mediante un mensaje de verdadero compromiso. Como bien lo señaló el presidente Duque en la capital portuguesa “aunque nuestro país solo genera a la atmósfera el 0,6 por ciento de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, da pasos históricos para la región en cuanto a protección de su patrimonio marino”.
Nada de lo concretado habría sido de posible de no haber existido un juicioso trabajo de las entidades que conforman el Sistema Nacional Ambiental. Para citar un caso concreto, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), de la mano de Parques Nacionales, adelantó un gran esfuerzo que incluyó la realización de expediciones científicas, para lo cual contamos con el apoyo de organizaciones como la National Geographic.
Al mismo tiempo, es importante destacar que contamos con herramientas legales modernas que nos ayudan a fortalecer y proteger nuestra inigualable biodiversidad. Me refiero a la Ley de Acción Climática y a la de Delitos Ambientales, gracias a las cuales se hicieron viables propósitos que nos permiten mirar al futuro con mayor confianza.
Y es que junto a labores complementarias como la de un millón de corales, transitamos por el camino correcto. El mismo que consiste en cuidar no solo a la Colombia verde sino también a la azul, la misma que nuestros compatriotas podrán apreciar en el mañana gracias a la visión que nos permitió adelantarnos a nuestro tiempo.
* Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible