La Democracia, es el régimen político que defiende la soberanía del pueblo, y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes. Está definida en un país, por las circunstancias políticas, sociales y económicas prevalecientes, así como por factores históricos, tradicionales y culturales. Debe funcionar para darle a las personas una forma de vivir en comunidad de manera digna y beneficiosa.
El primer resultado que se espera de un sistema democrático es ayudar a conseguir una buena salud a los integrantes de una sociedad, entendiendo como salud no solo el bienestar físico, sino también el mental.
Por las circunstancias históricas de Colombia, fundamentado en un Estado democrático, con grandes tradiciones, influencias culturales, históricas y culturales, y los no menos importantes, representaciones sociales y económicas, nos vemos inmersos en lo que se ha llamado un estado de Derecho, con un marco Constitucional y legal lleno de leyes, normas y reglamentos que determinan nuestro comportamiento y actuaciones en todos los campos que nos desempeñamos.
La elección presidencial del próximo domingo le abre unos interrogantes importantes a quienes aspiran a reemplazar al gobierno actual, que ha tenido a su haber el enfrentar una de las peores pandemias de la historia. La llegada de las próximas votaciones trae grandes interrogantes, que con todo el respeto ninguno ha presentado en el momento. Esto es preocupante, porque necesitamos que se muestren perspectivas reales, de que con nuestra democracia podamos lograr mejorar las condiciones de salud de todos los habitantes, no solamente de Colombia sino en todo el mundo.
Para todo el personal de salud sigue siendo una gran frustración controlar enfermedades que persisten y otras que aparecen. No somos los trabajadores quienes podremos hacer todo el cambio, mientras las políticas de organización, de justicia y de control de los recursos sigan mostrando grandes defectos.
Así, quien sea elegido debe al menos conservar las buenas acciones actuales y presentar un plan definitivo que nos permita involucrar la medicina preventiva, la reorganización de la atención, los medios al acceso a la salud, y sobre todo una distribución equitativa de los recursos.
El aspecto solidario de nuestro sistema debe tener un crecimiento urgente, con la participación de grandes apoyos como universidades, empresas y demás, para lo cual el gobierno debe ser el gran ejemplo de la prestación de servicios, de la prevención y de la reorganización de instituciones avanzadas en la investigación, el conocimiento y la educación.
Debemos reconocer al trabajador de la salud, por encima de cualquier otra profesión, simplemente, por lo indispensables y salvadores de vidas.
El sistema imperante en la población colombiana ha mostrado desde la última Reforma a la salud de 1993, Ley 100, beneficios y desventajas pero también fallas en su estructuración, aplicación y beneficios en los diferentes sectores de la sociedad las cuales deben ser corregidas. Colocar un rubro presupuestal o asignación suficiente, con una inversión vigilada, para que le llegue en forma integral a quienes la necesitan, no para negociarlas como productos de mercado.
La medicina debe volver a ser una ciencia humanística, de ayuda a quienes la necesitan y dejar de ser un negocio, en donde, solo los profesionales de la salud reciban sus justos y dignos salarios o pagos.
Esperamos en esta última semana ver cuáles serán las propuestas de los partidos políticos, que tengan no solo un mejor propósito, sino también la forma de una urgente y decidida forma de ejecución. Por ese candidato deberíamos votar todos, no acabando con lo que hay, sino seleccionando lo mejor, eliminando lo que no sirve y perjudica, y trayendo nuevamente el método científico a la realidad.