El primer trino dice: “El 11 de abril de 2013, en la que sería su primera hora de clase, Carla salió del Colegio Santo Ángel de Gijón (en España). Caminó por el Paseo de San Lorenzo, subió al Homenaje al Holocausto, dejó su mochila en un banco cercano y se lanzó por el acantilado”.

En adelante, el hilo en Twitter cuenta la historia de una joven de 14 años que durante muchos años fue objeto de burlas y de diversos ataques por sufrir de estrabismo. Gritarle “bizca” era lo de menos. “Si se escondía en el baño, la perseguían, le tiraban aguas fecales, la amenazaban físicamente”. El acoso no terminaba en el colegio. Sus redes sociales se llenaron de insultos y caricaturas. No la dejaban respirar.

El matoneo no forja carácter. Tampoco es inofensivo ni puede entenderse como algo normal. El matoneo, bullying, es un acosamiento, un maltrato que bien puede ser psicológico, físico o verbal (o la suma de estos), que se produce de forma reiterada y a lo largo del tiempo. Su fin es intimidar a la víctima, lo que significa que hay un abuso de poder ejercido por un agresor más fuerte, o al menos así lo percibe la víctima al asumirse a sí misma, en algunos casos, como alguien cuya debilidad queda expuesta ante el maltratador.

Según la UNESCO, dos de cada diez alumnos sufren en todo el mundo algún tipo de matoneo. La Fundación Sergio Urrego atendió en 2019 más de dos mil casos de personas que expresaron el deseo de suicidarse. Una cifra muy preocupante. La directora de la Fundación, Alba Reyes, hizo un llamado al Gobierno Nacional para que adopte un plan de contingencia cuyo objetivo fundamental sea salvar vidas jóvenes y niños.

“El suicidio no debe entenderse como falta de carácter”, afirma la psiquiatra barranquillera Astrid Arrieta Molinares: “Entre las enfermedades psiquiátricas está la depresión, la primera causa para cometer suicidio. Los niños y adolescentes están enfrentados al cibermatoneo, al bullying. Hay que decirles a los padres que los menores y los adolescentes se deprimen y que es real pues, a veces, cuando ven cambios en su hijo no creen que pueda deprimirse y le dicen cosas como: No tienes razones para deprimirte o estar triste porque lo tienes todo”.

No todos los casos de suicidio son por acoso, se aclara. De hecho, el Instituto Nacional de Medicina Legal acaba de revelar un preocupante informe que señala que entre enero y marzo de 2019 se registraron 592 casos de suicidios, a cualquier edad y en diferentes regiones el país. La tasa de suicidio aumentó de 4 por 100.000 a 5,9 por 100.000 habitantes.

Según Cesore, en 2010 hubo 15 suicidios en Valledupar; en el 2017, 23 y en el 2018, 34. Un ¡48%! más en relación con el año anterior. ¿Qué está pasando? “El tema es tabú y lo mejor es callarlo”. Esto dicen, en especial cuando hay vergüenza de por medio. El lío es que el problema crece. “Por cada suicida puede haber entre cinco y diez personas con alguna afección en salud mental, entre ellos los familiares más cercanos”, dice Arrieta. Si lo que hay es trabajo, ¿por qué entonces la vicepresidenta aconseja no estudiar sicología?

@sanchezbaute