Esta semana el Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales del Cesar, CESORE, presentó en Valledupar un informe sobre por qué la pobreza ha venido aumentando en la región al tiempo que ha estado disminuyendo a nivel nacional. Fue tan exitosa la convocatoria que incluso los candidatos a la alcaldía y la gobernación estuvieron allí. Ellos, que antes acudían a este tipo de eventos -sí lo hacían- por mera condescendencia con el expositor, ahora lo hacen por interés o por la conveniencia de dejarse ver.

No sólo estamos preocupados por conocer a fondo la problemática socio- económica. Hace unos meses más de trescientas personas acudieron a la inauguración de la exposición La hamaca grande. Y ni hablar del éxito de Maderos Teatros.

En cambio, hay más bulla que interés por las próximas elecciones. Se siente apatía general, desconfianza y resignación con un tema que antes, cuando no había más nada de qué hablar, generaba tanta pasión. Quizá la apatía se debe a que los ganadores ya están cantados, pero también a que cada vez hay más profesionales que no les comen cuento a los políticos, que pierden poder si pierden visibilidad.

Una persona preparada, si tiene buena formación, agallas y autoconfianza, sabe que no lo necesita para conseguir trabajo.

Generar riqueza no necesariamente significa “ganarse un sueldo”, aunque así a menudo lo entienden algunos hijos de padres acaudalados que regresan a la ciudad después de estudiar en Los Andes y vivir una temporada en Europa y son recibidos con un cargo público. ¿Por qué no creen estos padres en las capacidades intelectuales de esos hijos a los que, en lugar de ayudarlos a independizarse, les buscan un puesto con el amigo de turno?

Valledupar sigue creciendo de manera exponencial, como lo muestra el último censo. De 80.000 habitantes hace 40 años hoy somos 490.000, ¡una barbaridad! El Estado, que antes era el único dador de empleo, hace rato quedó chiquitico. ¿Qué tan preparados estamos los cesarences para traer el progreso al departamento? Con “traer” nosotros no me refiero a los políticos, que nunca lo harán. Primero porque no saben cómo hacerlo y segundo, porque no les conviene.

Valledupar ocupa el puesto trece en cantidad poblacional en el país. Vive en ella más gente que en Pereira, Montería y Manizales. Sin embargo, al visitar una de estas ciudades se nota una gran diferencia con la nuestra: estamos empeñados en anclarnos en el pasado, en ir en contravía de lo que sucede en el resto del mundo, en seguir aislados en cuanto a las inquietudes mundanas y la cultura universal.

Es casi una actitud infantil eso de rancharse en lo que fuimos por el mero miedo de soltar la mano y caminar libremente, tal cual sucede con estos hijos de los que hablo: el miedo a sus propias capacidades los paraliza. Tienen fe, eso dicen, pero sólo corren riesgos si el dinero es del Estado. Hay que anchar la mente hasta lograr insertarse en el mundo.

Así que bienvenidos todos estos eventos que nos muestran la realidad y al tiempo nos enseñan a ser más críticos, así como con la sociedad como con nosotros mismos.

@sanchezbaute