Siempre he pensado que cuando muere un ídolo sus fans mueren un poco. Y así millones de fanáticos de muchas generaciones se sienten ante la partida del eterno baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts.
Murió a los 80 años esta semana, al parecer por una complicación luego de un cambio de una válvula de su corazón. Un procedimiento muy parecido al que el propio Mick Jagger debió someterse hace pocos meses.
Watts anunció a los medios que no participará de los 15 conciertos pendientes de la gira ‘No Filter’ que la banda tenía pendiente y que comienzan el 26 de Septiembre. Los médicos le habían recomendado descanso después del procedimiento. Pero, al parecer las cosas no salieron bien.
Era un baterista único en su estilo, un tipo, más que tímido, prudente, callado y de fino humor. Le gustaba pasar medio desapercibido. Keith Richards, guitarrista de los Stones, alguna vez dijo que a Charlie le gustaba estar, pero que nadie lo notara.
Era un caballero a la hora de vestir, el más elegante de la banda, las revistas de moda como Vanity Fair lo reconocieron.
Nació en Londres en 1941. Tenía 80 años, era el mayor del grupo, no por muchos años la verdad. Su padre manejaba un camión y creció en un barrio de casas prefabricadas construido después de la guerra.
Coleccionaba discos de 78 RPM y su pasión musical era el jazz. Así llegó a la batería y como buen baterista de jazz era absolutamente preciso. No necesariamente lucido. Tocaba en pequeños clubes y conoció en el 62 a los que serían sus compañeros de banda. Debutó como baterista de los Rolling Stones el 2 de Febrero de 1963 en el Earling Jazz Club.
Se alcanzó a graduar de diseñador gráfico,fue responsable de muchas de las carátulas de discos y sencillos del grupo, y por años participó en la creación de los escenarios de las múltiples giras de la banda.
Nunca le interesó ser un “rockstar”. Se casó a los 20 años y solo tuvo una esposa, Shirley Ann, su compañera inseparable por 60 años, hasta el día de su muerte. Tuvieron una sola hija. Se dejó contagiar de los excesos del alcohol y las drogas en los 80’s y casi acaba su relación, pero retomó el camino de la sobriedad.
Era la columna emocional de la más longeva banda de rock de la historia. Sin embargo, tenía su temperamento. Una noche en Amsterdam estaba en su cuarto y recibió una llamada de Mick Jagger ebrio que reclamaba a su baterista. Charlie se vistió de traje, lo encontró y le dio un golpe en la cara y le recordó que él no era su baterista, que más bien Jagger era su cantante.
Su primer percance de salud lo sufrió alrededor del 2004 por un cáncer de garganta, eran los rastros de un fumador empedernido que sólo en los 80’s logró liberarse del vicio. Con radioterapia lo venció y meses después estaba grabando un nuevo disco.
Su último show con la banda fue el 30 de agosto del 2019 en Miami. Era un show aplazado por la operación de Mick, que se adelantó a última hora un día por una tormenta que se aproximaba a Florida.
Su última canción sobre el escenario fue Satisfaction. La perfecta selección para despedirse sin saberlo.
Los Stones habían anunciado a Steve Jordan como músico invitado para hacerse cargo de la batería durante las fechas pendientes. Seguramente las cumplirán, pero será muy raro verlos sin Charlie. Ahora serán un trío y más que nunca sentimos ese miedo de un final cercano de la banda de rock and roll más grande de la historia.