Algunos tenemos la tendencia a la nostalgia, esto es, a querer vivir en los mejores recuerdos del ayer. Volvemos a experimentar las bellas situaciones del pasado, traemos a la memoria a aquellas personas que nos han amado y sus acciones sanadoras que han dado alivio a nuestra existencia. A veces nos escondemos en esos recuerdos de tiempos idos y elaborados desde la necesidad de poder enfrentar los miedos del presente con los triunfos y lo extraordinario del ayer. Por eso creo que realmente lo que hacemos es idealizar el pasado para tener de dónde agarrarnos al construir el aquí y el ahora.

No creo que ningún tiempo de los que vivimos sea ideal, todos están llenos de oportunidades y limitaciones, de victorias y derrotas, de posesiones y carencias, de realizaciones y frustraciones. En eso el presente se parece al pasado. No importan las proporciones que tengan lo bueno y lo malo, ya que siempre están haciendo presencia en la vida en su eterna lucha por el sentido.

Por eso creo que algunas cosas que debemos aprender para poder vivir asumiendo la tarea de ser felices, son:

1. Vivir conscientemente cada situación. Esto implica el tratar de estar presentes en cada momento por fuera de los protocolos que los automatismos mentales construyen. Hay que saber siempre el por qué y el para qué hacemos lo que hacemos. Una vida en piloto automático no puede encontrar sentido. Esto implica una atención plena a la cotidianidad, es allí donde podemos evidenciarlo constantemente.

2. Vivir cada situación desde la inteligencia y la pasión. Siempre hay que buscar la logicidad y la coherencia en lo que hacemos, esto es, que la razón lo avale. Para ello, es importante comprometernos emocionalmente en cada proceso para que sea efectivo y sazone la vida con los sentimientos necesarios para ser felices.

3. Aceptar y valorar el hoy de la vida. No dejar que la nostalgia nos lleve a despreciar lo que vivimos hoy. Descubrir lo maravilloso que nos está pasando en el ahora. No esperar a que los años pasen para valorar lo precioso del instante que tenemos al frente. Gozarnos a las personas, las relaciones y, en resumen, todas las situaciones que estamos viviendo.

No puedo negar que me sumerjo con mucha facilidad y con gusto en el mar de los recuerdos, y que me deleito en volver a escuchar las voces de los seres amados que ya no están. Pero también tengo la certeza de que esos momentos nostálgicos solo tienen sentido si vuelvo al presente con todas mis facultades para construir los buenos recuerdos del futuro. Es vivir a plenitud, es saborear el instante, es saber que la vida es ya.