La vida es mucho más que la suma de días y de noches que se siguen inexorablemente, es soñar y trabajar duro por realizar la utopía. Cuando los investigadores buscan las características de las personas felices siempre hay, por lo menos, tres características presentes:
Son personas comprometidas y apasionadas por un proyecto. No son simples hacedores de cosas, sino que están convencidos que esas tareas los realizan y los colman de las mejores emociones. Ser apasionados los hace disfrutar de lo que hacen. Se gastan con gusto porque entienden que están aproximándose con cada acción más al sueño que tienen. Entienden las adversidades como oportunidades para desarrollar de mejor manera sus habilidades y para perfeccionar el plan que tienen. Son agradecidos por las lecciones que los fracasos le generan y se dejan inspirar constantemente por aquellos que son referentes de los demás.
Son personas que entienden que para transformar el mundo tienen que transformar su mundo. Se concentran en que sus entornos existenciales sean escenarios de bienestar y de relaciones sanas. Entienden que los contextos agradables se crean con la mejor actitud, con una asertiva comunicación y con manifestaciones proactivas. No les piden a los demás lo que ellos no están dispuestos a dar. Hacen del servicio y la generosidad valores fundamentales en su diario vivir. Ven la vida más allá de los límites de su egoísmo. Han comprendido que ser felices implica ayudar a los otros a ser felices. Hacen da la crítica un puente que salva los abismos que los seres humanos tenemos con los otros, y no permiten que sus miedos interiores y sus sentimientos de inferioridad dinamiten todas las relaciones que tratan. Quien se esfuerza por demostrar con cada frase que es el más inteligente es porque en lo profundo del corazón duda de sus habilidades.
Son personas que tienen claras sus victorias en la vida. Tienen repletas las estanterías de sus recuerdos con las manifestaciones de sus victorias, las cuales les motivan para seguir adelante. Sus trofeos no son el dinero conseguido o las medallas que les han dado en esas “izadas de bandera” de grandes que nuestra sociedad realiza, sino los rostros felices de personas que han ayudado y la satisfacción de haber conseguido algunas metas que parecían imposibles. Conocen sus derrotas y las recuerdan para aprender de ellas y nunca como anclas que no los dejen fluir en el mar de la existencia.
Hoy tienes que preguntarte ¿cómo estás viviendo? No puedes dejar que esta continua batalla de bandos extremistas en las que vive nuestra sociedad se lleve por delante tus sueños, tus planes y destruya tus amistades, tus relaciones de tanto tiempo. No vale la pena malgastar el tiempo en disputas que solo sirven para acuchillarnos con palabras punzantes que causan heridas profundas y no resuelven nada. Ni te puedes acostumbrar a creer que la única solución posible es “eliminar” o “silenciar” al que piensa y siente distinto. Ser feliz implica saber que el otro no es nuestro enemigo porque tenga concepciones de la vida distintas de la nuestra. A veces, me asustan los que se atrincheran en fanatismos políticos para esconder sus miedos a la diferencia y buscan llevarnos a un “unanimismo” que siempre resulta aburridor y conduce al hastío. También son peligrosos los que tras la obediencia ciega a un libro se creen superiores moralmente a todos los demás. Hay que ser feliz. Vivir de otra manera, es perder la vida.