La proximidad de la Navidad y del fin de año siempre nos envuelve en un especial estado de ánimo lleno de alegría, y nuestro espíritu se desborda en empatía, solidaridad, gratitud y paz. Además, el hogar, el sitio de trabajo y el vecindario se sumergen en un sentir gozoso, de felicidad, de alborozo y de grandes esperanzas frente a lo que está por venir.
Las fiestas decembrinas nos hacen volver a vivir tradiciones como armar en familia el arbolito, acompañar a hijos y nietos en la elaboración de las cartas al Niño Dios y asistir a las novenas llenas de niños que cantan villancicos y esperan felices sus regalos. Se suma a este ambiente el alumbrado navideño que ilumina con luces multicolores las casas, las calles y los parques.
Igualmente, gozamos de la unidad familiar y el compartir con amigos en encuentros, grados, matrimonios y otros eventos que, usualmente, se realizan en esta temporada.
También es habitual el correcorre que vivimos en búsqueda de los aguinaldos para los seres queridos y los juguetes para los niños, de la ropa para estrenar el 24 y el 31, y de los ingredientes para los platillos de las celebraciones. Todo lo anterior no solo caracteriza esta época, sino que nos imbuye en un ambiente festivo inigualable, sumamente contagioso y compartido por todos.
Pasado mañana celebraremos la Nochebuena y, por supuesto, recibiremos al niño Dios en nuestro corazón en la mañana del 25, cuando se conmemora su natividad. No podemos olvidar el sentido profundamente espiritual de esta fiesta: rememorar el nacimiento de Jesucristo e inspirarnos en los valores esenciales que transmitió, como son el amor, la generosidad, la solidaridad, la paz, el perdón y la reconciliación, entre muchos otros.
Aprovechemos esta fecha tan especial para compartir esos aguinaldos que vienen del corazón, que trascienden el plano material y la valía económica y son agradecidos perennemente por nuestro espíritu, llenándonos de felicidad. Tampoco podemos olvidar el gozo gastronómico que vivimos durante este mes, degustando delicias como los pasteles, las hayacas, los buñuelos, la natilla, el pavo y el pernil asados, entre otras. Para disfrutarlo, debemos olvidarnos de las dietas y la preocupación por el aumento excesivo de peso. Igualmente, regocijémonos en la alegría que evoca la música tradicional de esta bella época.
Despidamos este año 2025 con alegría y gratitud, en el marco de la unión familiar, recibiendo el año nuevo con optimismo y energía positiva.
Les deseo a mis lectores una Navidad rebosante de felicidad y un año 2026 venturoso y próspero.
@Rector_Unisimon








