Chicago, septiembre 26, 1960. El primer debate televisivo de la historia entre candidatos presidenciales, John Kennedy y Richard Nixon, marcó un hito en la comunicación política. Transmitido en vivo y visto por más de 70 millones de estadounidenses, el evento tuvo enorme influencia.
Kennedy, apuesto y seguro frente a las cámaras, logró impresionar a muchos y muchas televidentes. Nixon, aunque experimentado y sólido en contenido, lució fatigado y deslucido para el formato. Diferencias que contribuyeron a que el debate se considerara un punto de inflexión en la campaña, conducente a una victoria de Kennedy en las elecciones de noviembre de ese año.
Demostrado así el poder del medio visual en la política contemporánea, los debates televisados se volvieron omnipresentes en las campañas de todo el mundo.
Giovanni Sartori uno de los intelectuales italianos más destacados del último siglo, en su libro “Homo Videns”, 1997, se resiste a darle a la televisión la bienvenida como un progreso comunicacional. Porque al principio fue la imagen, el hombre que ve. Más tarde, hace ya más de cien mil años, fue el verbo, el hombre que habla y que escucha, el que dio inicio a la cultura oral, muy vulnerable a la extinción.
Por fin, hace cuatro mil años aparece la escritura y con ella la acumulación y conservación del conocimiento. La escritura es la partera de las civilizaciones. Hace cinco siglos la imprenta democratiza la lectura para el homo sapiens, el hombre que piensa, el hombre que lee, lo que hasta entonces había sido privilegio de pocos.
“Libros, periódicos, teléfono y radio son todos elementos portadores de comunicación lingüística. La ruptura la produce la televisión. La imagen no se ve en chino o inglés, se ve y eso es suficiente”, o prevalece. La mayoría de quienes oyeron el debate por radio pensaron que había habido un empate o había ganado Nixon.
“Es la preponderancia de lo visible sobre lo inteligible y el retorno al homo videns [nuestro más remoto ancestro cultural] para el cual la palabra está destronada por la imagen”. “En una primera acepción la palabra cultura quiere decir que todo humano vive en la esfera de su cultura, según eso el hombre primitivo o analfabeto poseen su cultura. Pero cultura también es sinónimo de saber, una persona que lee, que está bien informada, en esta acepción la cultura es de cultos, no de ignorantes”. Si eso nos parece elitista y queremos igualar a los incultos (quitarles la i), tendríamos que matar al maestro, sentencia Sartori.
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