Hay expectativa por dos importantes decisiones que se tomarán muy pronto: El mundo, pendiente del resultado del Cónclave, y aquí en Colombia, la decisión del Congreso sobre la consulta popular. Son, claro, lentes diferentes sobre aspectos en teoría simples y fáciles, pero que sus resultados inciden en la vida de todos, pues se trata de temas neurálgicos.

Ayer se debió iniciar el proceso de elección del nuevo Papa, decisión que significa el futuro de la Iglesia Católica y que trae inherentes muchas determinantes en materia de fe y moral, puesto que el elegido no es sólo el sucesor de Francisco, sino también de San Pedro, pilar de nuestra religión.

Es un cónclave muy numeroso y ecuménico, por lo que son inevitables las tendencias: hay quienes prefieren un nuevo Papa diferente a Francisco, más apegado a la doctrina y más ortodoxo, y quienes se inclinan por un Papa aún más liberal. Hay que esperar la iluminación del Espíritu Santo.

Aquí la cosa es más complicada, porque existe una indebida presión presidencial, que incluye amenazas, tanto personales contra quien se oponga, como generales, una revolución nacional que incluya la revocatoria del congreso, o por lo menos de los congresistas que voten NO a su propuesta. Menos mal está Efraín Cepeda como presidente del senado, quien con altura y elegancia ha enfrentado al ex guerrillero, poniéndolo en su lugar. Cepeda se ha ganado el que el país le considere como candidato presidencial, en caso de que el guerrillo presidente finalmente convoque elecciones, cosa improbable pues, aunque claramente ha manifestado su incomodidad en la Casa de Nariño, su ego no le permite ser recordado como un pésimo y fugaz ex presidente, sino ser mirado como el caudillo reformador de Colombia.

Entonces ahí seguirá y pretenderá continuar su tarea destructiva, ya acabó con la salud, tiene diezmada y desmotivada a la fuerza pública, todos los días vilmente asesinan a soldados y policías sin que le merezca sino mezclarlos con datos fúnebres generales. Está destruyendo a Ecopetrol, acabando con el petróleo, el gas, y la economía, insertando mayorías en las cortes, pretende tomarse al país.

Así que confiamos en que Cepeda de una vez lidere, no a las doce de la noche, sino a pleno día, la negativa del senado a la populista propuesta de la consulta, a ver cuál es su bulla, cuántas crigs le van a acompañar, y qué tan grande será la revuelta promovida. Que el senado le demuestre que no le teme, que le niegue ¡ya! su desvarío, y que ocurra lo que haya de ocurrir. Saldríamos de la amenazadera.

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