Colombia está viviendo una transformación silenciosa pero profunda en la forma como sus habitantes acceden a la vivienda. La propiedad, tradicionalmente vista como el ideal de estabilidad y progreso, ha cedido terreno ante el arriendo como modalidad predominante. Según los datos más recientes del DANE, el 40,4% de los hogares colombianos vive en arriendo o subarriendo, mientras que solo el 39,6% habita en vivienda propia, ya sea totalmente pagada o en proceso de pago. El restante accede a través de otras formas, como el usufructo, la ocupación de hecho o la propiedad colectiva.
Aunque esta tendencia se expresa con claridad en el total nacional, presenta matices importantes a nivel regional. En departamentos como Cundinamarca, Bogotá, San Andrés, Valle del Cauca y Risaralda, la proporción de hogares arrendatarios se acerca o supera el 50%. En contraste, en territorios como Cauca, Amazonas, Chocó, Guainía, Vaupés y Vichada, el porcentaje de hogares en arriendo no alcanza el 20%. Estas diferencias responden tanto a factores demográficos y económicos como al grado de urbanización y desarrollo del mercado de vivienda en cada región.
La creciente inclinación por el arriendo tiene múltiples explicaciones. En primer lugar, el acceso al crédito hipotecario se ha visto limitado por las altas tasas de interés que, pese a su reciente descenso, siguen por encima del 9%, muy por encima del promedio de las últimas dos décadas. A ello se suma una menor asignación de subsidios a la vivienda por parte del Gobierno nacional, lo que ha restringido las posibilidades de compra para los hogares de ingresos bajos.
También influye el deterioro del poder adquisitivo derivado del ciclo inflacionario reciente. Aunque la inflación ha empezado a moderarse, aún está por encima del rango meta del Banco de la República (2%-4%), lo cual afecta la capacidad de ahorro de los hogares. Además, la disposición de las familias a comprar vivienda se mantiene en terreno negativo, aunque con una leve mejora en el último año.
Colombia sobresale en el contexto latinoamericano: mientras el promedio regional de hogares en arriendo es del 21%, en nuestro país esa cifra se ha duplicado. De cara al futuro, se proyecta la formación de 4,7 millones de nuevos hogares en la próxima década, cada vez más pequeños y urbanos, lo que sugiere que el arriendo seguirá ganando protagonismo.
Este fenómeno plantea retos importantes en términos de política de vivienda, desarrollo urbano y regulación del mercado del arriendo. Comprenderlo y anticiparse será clave para garantizar ciudades más equitativas, habitables y sostenibles.
*Directora Ejecutiva Lonja de Propiedad Raíz de Barranquilla