Día tras día, Petro ha buscado cambiar el relato del crimen en Colombia y sus responsables. Su narrativa es simple: todo crimen se justifica socialmente y la justicia social debe reemplazar en su integridad la punitiva.
En medio de estas peligrosas ideas, la semana pasada, la secretaria de seguridad del Presidente Trump, Kristi Noem, informó que Petro en su reunión bilateral le manifestó que el grupo delincuencial Tren de Aragua necesitaba “amor y comprensión” y que tenía amistad con sus miembros. La reacción de Petro no se hizo esperar al indicar que muchos de los integrantes del tren de Aragua son “jóvenes excluidos” que llegaron a Colombia tras ser desplazados de Venezuela.
Esta nueva afrenta contra el pueblo colombiano podría ser anecdótica pero no lo es. El Tren de Aragua fue atacado judicialmente durante mi gestión como Fiscal General de la Nación (2020-2024) lo que permitió que más de medio centenar de sus miembros fueran judicializados por la comisión de delitos como homicidios, extorsiones, secuestros, entre otros.
La falta de empatía de Petro con el pueblo y con las víctimas del crimen lo ha llevado a cometer todo tipo de excesos. Primero buscar la salida de peligrosos maleantes de la primera línea que habían destruido bienes públicos durante el estallido social. Luego pretender suspender las órdenes de captura contra narcotraficantes con fines de extradición para beneficiar su idea de “paz total”. Por último aminorar las sanciones penales contra los narcos en la fallida reforma a la justicia que presentó el gobierno en marzo de 2023.
Todo este cúmulo de acciones contra la institucionalidad se agravó cuando Petro planteó ceses al fuego en diferentes lugares del país con organizaciones como el ELN y las disidencias de las FARC, lo que ha impedido que la fuerza pública pueda garantizar la seguridad de cientos de colombianos. Luego de esto, a través de la resolución N.47609 del 1 de noviembre de 2024 se suprimieron los “Comandos Específicos” del Caguán, Oriente y Cauca y las Fuerzas de Tarea Conjunta “Omega, Titán, Hércules, Marte y Quirón. Con esto se desconoció la historia de los últimos 20 años de las Fuerzas Militares a través de los Planes Patriota (2002), Consolidación (2007) y Espada de Honor (2011).
La recuperación del país pasará por la reincorporación de muchos de los más de 60 generales de la policía y del ejército que fueron retirados y de los más de 16,000 soldados que no aceptaron estar bajo las órdenes de este gobierno. Todavía recuerdo con claridad como las operaciones policivo-militares Agamenón, Esparta, Atalanta, Atlas y Aquiles permitían de forma conjunta romper los corredores regionales de criminalidad. Hasta el plan Artemisa que luchaba contra la deforestación en el sur del país desapareció.
Este panorama demuestra que Petro no está del lado de la institucionalidad, ni del Estado de derecho, ni de la justicia. Al final, el pueblo recordará en el 2026 quienes defendimos la institucionalidad, incluso arriesgando la vida, y quienes se callaron cobardemente en los momentos difíciles del país.
Adenda. Los invito a que adquieran mi libro El Fiscal de Editorial Planeta (2025) donde explico mi historia de vida y mis luchas por defender la institucionalidad y el pueblo colombiano.
* Ex fiscal general de la Nación
* Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)