Ha viajado Jorgito Bolaño a ese sitio insondable que es la santa paz del Señor. Hemos vuelto a sentir ese misterio de la despedida de los que se van. Una petición suya para que Junior volviera a hacer el festejo de los goles con el trencito de aquella generación maravillosa liderada por el Pibe Valderrama.

Una presión del Junior de Barranquilla sobre el arco del Independiente Medellín, un error del arquero Aguerre que pifió el balón con Teófilo, una habilitación a Bacca y un remate a un arco huérfano y el estallido ese, estridente y emocionado, de un gol que significaba llegar a la punta de la clasificación conjuntamente con Millonarios.

Y acto seguido, sin saber que se venía la despedida de Jorgito en una fiesta familiar en Cúcuta, a kilómetros de Barranquilla, Bacca, Paiva y Teófilo hicieron el trencito en el lado sur del Metro frente a la tribuna occidental. Jamás develaremos ese misterio.

Las redes se llenaron, entonces, de la foto aquella y de la foto esta. La del trencito de Valenciano, Pibe, Pacheco y Jorgito. Y la de Bacca, Paiva y Teófilo. Un cuarto jugador no estuvo. En la primera foto el cuarto es Jorgito.

Después, en medio del juego, la mala noticia voló desde Cúcuta, pasó sobre el Cesar y Magdalena, y se instaló en el Estadio Roberto Meléndez donde la noticia cayó terriblemente mal.

Entonces, del alboroto del gol, de la tribuna festiva, el silencio reinó en el Metro. José Hugo Illera había entregado en la transmisión de WIN Sports la noticia.

Del golpe, a la reacción y a la negación. Es como la fórmula de la ausencia, de la noticia de la muerte que se acompaña con dolor, con el no puede ser, con que hay que corroborar. Las lágrimas de José María Pazo sentado en el banco del equipo, uno de los grandes de aquella banda maravillosa, confirmaron lo que todos negábamos.

En la fiesta en Cúcuta, Jorgito bailó, cantó con los niños asistentes, hasta cuando la cita con el final llegó. Un desvanecimiento, un corazón sin latir y una despedida de este mundo caminando hacia la luz del final del túnel donde le esperaban mamá Mary y papá Oscar, crack como él, Juniorista como él, seleccionado colombiano como él.

Todo pasó tan rápido. De Santa Marta a Barranquilla, a Italia, el regreso después de 13 años, su instalación en Cúcuta y el 6 de abril de este 2025 que se ha grabado para siempre en la memoria. De verdad que duele en el alma la partida del niño, del más joven, de ese Junior maravilloso.

Cuando las lágrimas aparecen, son los recuerdos que le rinden homenaje a quién se ha ido. Ve con Dios querido Jorgito…